Friday, June 29, 2012

CUATRO HOMBRES PARTIERON

Necesitados pero animosos. Emprendieron su marcha dejando atrás los rigores de la tierra yerma, confiados al encuentro de un futuro mejor.

Las dificultados doblegaron al primero: demasiadas penalidades a cambio de solo, una vaga promesa, quizás un espejismo. Se guareció en la primera cueva que encontraron. " Con la protección de su sombra ya  es suficiente".

El segundó abandonó a los pocos días al encuentro con un árbol que crecía en mitad de un páramo. "Sus frutos son todo lo que necesito". Desistió.

El tercero encontró refugio en la granja de una colona. "Aunque sus modales me disgustan, me dará hijos y los amamantará. No pido más".

El cuarto continuó, enfrentando jornadas de incertidumbre, desaliento y cansancio. Aferrándose, a cada paso, a la idea de que la vida consistía en algo más.

Saturday, June 16, 2012

LOS HUERFANITOS - SANTIAGO LORENZO

Blackie Books lo ha vuelto a hacer. Porque, digámoslo alto y  claro: “¡Estamos ante el nuevo Jardiel!”. (Y cualquiera que me conozca sabe lo que comulgo con el humor del autor de Amor se escribe sin hache).

Quiso la casualidad que cuando entrevisté a Grace Morales a santo de su novela, esta apareciera publicada junto a otra a Santiago Lorenzo. Conocía al autor porque me encanta Mamá es Boba (esa película tan falta de pretensiones como sobrada de talento y ternura: la historia de un chaval que piensa que sus padres son tontos del culo y vive Dios que lo son). En las respuestas de Lorenzo hubo una que me atravesó: “La pobreza es sagrada y es muy útil pasar por ella” y me dije “este tío sabe de lo que habla”.

Hace un par de años, me encontraba arruinado, el señor Fenosa me había cortado la luz de casa y tuve que regresar a la de mis padres, más de diez años después de marcharme dando un sonoro portazo. Y hecho un poema (el de un suicida que decide despedirse de la vida en verso). Lo que en principio parecía el fin del mundo, terminó por convertirse en una de las experiencias más aleccionadoras de mi vida: la humildad, la necesidad de “el otro” (uno que hacía gala de aquella máxima de Sartre de “el infierno son los demás”), el perdón, la aceptación… son etapas en las que he ido haciendo meta desde aquel día en que derrotado pulsé el timbre familiar.

Los Huerfanitos, la última novela de Lorenzo, también aborda los temas de la familia  y la ruina. Es la historia de tres hermanos que reciben de su padre un testamento envenenado: Como en aquellas películas en que, para cobrar, los herederos  deben pasar una noche en… ¡la mansión tenebrosa! (suena un trueno), los Susmozas deben permanecer amarrados al Teatro Pigalle, escenario de los días más terribles de su infancia (¡todos!), donde cada rincón les traerá  el recuerdo de un padre que fue un golfo de altura admirable, Pero no se asusten, no es este un dramón de honduras bergmanianas sino un sainete celtíbero (¿hay algo más español que reírse de las desgracias ajenas?). Y además muy bien escrito. En castizo; que es algo que me pirra.  Desventuras urdidas con imaginación y mala leche pero sin hacer sangre  y según me confesó su autor, basada en hechos reales.

Pocas veces interactúo con mis mitos, pero tras charlar sobre la circunstancia de arruinarse, le pedí a Lorenzo que me dedicara  su obra con aquella frase que me había conducido hasta ella. Y añadió un confortante: “Enhorabuena”.



Thursday, June 14, 2012

Y SIN EMBARGO, AGRADECIDO

Cuando rememoro todos los momentos  desagradables y terribles,  sin los que sería imposible encontrarme en el aquí y ahora tal como soy, no puedo sino esbozar una sonrisa de agradecimiento.

Tuesday, June 12, 2012

PROVOCACIÓN Y TAUROMAQUIA

Ya he explicado alguna vez que este blog tiene espíritu de work in progress, que empezó para no aburrirme  mientras esperaba que me largaran de un trabajo y que tiene más de ensayo que de tesis. Por eso no existe una línea univoca. Me digo y me desdigo y como en toda investigación que se precie, me pierdo y me encuentro a lo largo de sus entradas,  que  no dejan de ser un reflejo de mis movimientos vitales.Y me resulta asombroso como, en los últimos meses, los mensajes que necesito acuden siguiendo un orden como de calculado plan de estudios. 

Ayer mismo, tres canales distintos, uno de ellos mientras dormía, me trajeron  respuesta a algo con lo que me devanaba no hace mucho.  Ya planteaba hace algunas entradas, la dicotomía entre fluir vs. voluntad sin llegar a una solución satisfactoria. Estoy bastante en acuerdo con esa filosofía, de maneras zen, que apuesta por eludir  resistencias y permitir el curso de la vida (contra esa actitud tan humana y tan prepotente de alterar el cauce de los ríos que suele terminar con pueblos o campings anegados por la riada). De otra parte me resulta muy difícil renunciar al deseo de transformar el mundo dado que la naturaleza nos da capacidad para ello. Sin embargo, la vía del conflicto que tanto he practicado y tanto me ha desgatado ya no me parece camino.

Creo que una manera, quizás LA MANERA, de resolver esta aparente contradicción reside en otro concepto por el que tengo, además, una enorme simpatía: la provocación. La provocación como modo de relación con los otros, con la vida y con el cosmos, así, a lo bestia... Es algo parecido a las artes marciales que aprovechan la fuerza del oponente en beneficio propio. Detectar los flujos de energía, su signo e impulsos naturales, para atraerla, dirigiéndola a favor de nuestros destino.

Siempre me muestro cauto a la hora de criticar costumbres, aparentemente bárbaras, cuando perduran en el tiempo (ya sean tamborradas, procesiones, danzas regionales o ritos tribales).  Si han pervivido a la criba que supone cualquier proceso evolutivo es porque funcionan, al menos, en algún nivel. No disfruto, ni defiendo la tauromaquia (y me resulta irritante tener que aclarar que solo es un ejemplo, NO una defensa de la misma) pero entiendo que más allá del desagradable espectáculo del sufrimiento, las corridas entregan una valiosa lección sobre este tema y que es su razón última de ser.  La lidia no esconde sino un ejercicio de provocación sobre energías que escapan a nuestro control. Poco podría hacer el humano para manejar al morlaco por las bravas, salvo recibir un oportuno revolcón y alguna cornada, de propina. Sin embrago,  con la diestra utilización del capote consigue provocar, dirigir y canalizar las fuerzas de la naturaleza (de la vida, a la postre) a su antojo. No parece una lección baladí.

Tuesday, June 05, 2012

SENTIRME EXTRANJERO


La otra tarde viajaba en un vagón de metro cuando irrumpió uno de esos frecuentes grupos de turistas, arrastrando sus bártulos rumbo a la estación de tren. Y por un momento anhelé la sensación de sentirme extranjero.

Dentro de este blog he escrito varias entradas arremetiendo contra el turismo como uno de las plagas de nuestro tiempo: ese absurdo ir y venir de un lado a otro de la celda planetaria, sin interés ni curiosidad o, aún peor, con interés y curiosidad impostados. Sin embrago, la otra tarde desee sentirme turista.

Hay un aire liviano en el turista, probablemente fruto de la situación de estacionalidad que tan bien nos sienta a  los humanos. Una naturaleza transitoria y con fecha de caducidad no puede aferrarse  a conceptos infinitos ligados a lo material, como si esto fuera a durar para siempre.

Otro aspecto muy apetecible es el de la desvinculación específica. Cuando las cosas se ponen tan feas como las han puesto en nuestra sociedad, resulta muy deseable esa sensación de esto no va conmigo. Sentirse libre del peso de la empatía con el resto de congéneres porque, a la postre, hay un poso educativo que a poco nos hace percibir el extranjero como tierra bárbara (por mucho que estemos en urbes tan civilizadas como  Munich u Oslo).  Gozar de ese absurdo punto de superioridad del viajero prepotente que señala la paja en el ojo ajeno sin distinguir en ella su reflejo.

A la postre añoraba sentirme como la versión diletante de los hijos de Sartre y Camus:  un extraño, ajeno, raro, sin nada que ver con el resto de mi tribu porque, es cierto que hay días  en que miro a los míos y no me reconozco.