La otra sobremesa unos amigos me señalaron la curiosa proliferación de obras de catolicismo amarillento. Con el Código Da Vinci a la cabeza, en los últimos meses hemos visto multiplicarse libros y documentales que diseccionan los asuntos más turbios de La Biblia. Al más puro estilo Aquí Hay Tomate, nos informan de que si la Magdalena esto, que si Jesús aquello y que Judas uy, uy, uy, uy... ¿Y a quién le interesa todo esto, en una sociedad que se pretende cada vez más laica? Da la sensación de que la ciudadanía acercara con la zurda lo que acaba de retirar con la diestra.
Recuerdo que Kant pensaba que, si bien cualquier metafísica es indemostrable, no lo es la aspiración humana hacía la misma. En cristiano (vaya, qué oportuno): que llevamos incorporado un chip que nos empuja hacia lo trascendente, aunque luego no haya manera de justificarlo. Y aquello que sobrepasa las facultades racionales queda en manos de la fe y por tanto es una cuestión meramente personal. Servidor, opina que tal fenómeno dimana de cierta inmodestia sobre nuestra capacidad racional unida, como no podría ser de otro modo, a grandes dosis de antropocentrismo.
Pero lo triste del asunto resulta que andemos saciando nuestra sed de eternidad a base de cotilleos. Vaya plan.
4 comments:
¿Y no será más bien una especie de terapia? Buscar todo lo negativo de aquello a lo que hemos estado unidos y de lo que nos sentimos desengañadados es algo muy natural a nivel de experiencias individuales, ¿serán similares las reacciones de las sociedades a las de los individuos?
Más bien parece que algunos escritores se han decidido a poner por escrito todas las leyendas urbanas que circulaban por las clases de los colegios religiosos
El caso es que te das una vuelta por los mostradores de novedades de las librerías, y sales con la sensación de que si ardiera el 90% de lo editado, la humanidad saldría ganando. ¡Mira que gastar tinta y papel en eso!
Pero luego no hay manera de que se reediten libros buenísimos de hace 20 o 30 años, que uno busca con denuedo y no encuentra.
Completamente de acuerdo con Cigarra.
El Código... se puede leer como una novela más de intriga, acción, y resulta entretenida, divertida, y nada más.
Hay que reconocer que abrió el filón, la pena es que hay quien se los bebe uno detrás de otro.
!Qué vamos hacer¡ No leerlos.
Un saludo. María P.
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