Yo fui un joven existencialista, lo cual, aparte de dejarme medio calvo, me valió para leer bastante. Buscaba escritores que compartieran mi penosa visión del mundo, que no era sino una mezcla de frustración hormonal y tedio estudiantil (aunque esto lo descubriría más tarde).Entonces, flipaba con Sartre, sobre todo con La nausea cuyo protagonista sufría ataques de angustia cada dos por tres. Disfrutaba del pasaje en que el hombre no soporta la existencia de su vaso de cerveza y entraba en crisis. Aquel tipo se me antojaba un héroe de una sensibilidad extraordinaria y trataba de emularle en su tortura.
5 comments:
chin!!! chin!!!
¡Dios mio! Menos mal que la experiencia vale para algo.
El objeto de la angustia, pasa. Ésta permanece. Salud.
Me uno a tu visión post existencialismo adolescente... a brindar, caramba!
Ya sabes lo que decían Siniestro Total en esa coreable canción de borrachos: Bebe hermano bebe...el más grande mal siempre es pequeño!
David
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