Wednesday, January 30, 2008
Friday, January 25, 2008
LA IMAGEN QUE VINO DEL ESPACIO
“Nadie sabe si soy un marciano o una lechuga escapada al hortelano” cantaban Ilegales. Algo así sucedió ayer, cuando la fotografía de un presunto marciano, captada sobre la superficie de su planeta, se convertía en la noticia del día. Como acostumbra ocurrir la foto era del todo discutible pero ahí estaba, en el “top ten” de lo más visto en los medios digitales. Que en estos días, de montaña rusa bursátil y vil campaña electoral, tanta gente prefiera a los marcianos a mí me reconcilia con el género humano. Más de uno estará pensando pedir asilo político en Marte. Seguro que H.G. Wells sonríe desde el más allá.
Tuesday, January 22, 2008
SIC TRANSIT…
Cuando la jornada que arranca promete ser de las duras, tengo un truco que acostumbra a funcionar: madrugo veinte minutos para acudir a desayunar a un pequeño hotel que hay en la manzana de mi casa. No es por la calidad del producto, ni por el trato de los profesionales que lo atienden, sino para disfrutar del ambiente de tránsito.
Desde mis años mozos me han fascinado las zonas de tránsito: centros de ciudades, paseos, estaciones, aeropuertos… Lugares de labilidad extraordinaria donde es posible desembarazarse unos momentos de la pesada carga de nuestra identidad.
La mezcla de acentos de la cafetería del hotel, la desubicación de los turistas, la relajación y el trato amable me reconfortan mientras desayuno, imaginándome uno de ellos: viajero en una ciudad extraña, preparado para sorprenderme, para explorar y descubrir.
Y es que, con demasiada frecuencia, olvidamos algo tan fundamental como que no somos sino viajeros en tránsito por esta vida.
Desde mis años mozos me han fascinado las zonas de tránsito: centros de ciudades, paseos, estaciones, aeropuertos… Lugares de labilidad extraordinaria donde es posible desembarazarse unos momentos de la pesada carga de nuestra identidad.
La mezcla de acentos de la cafetería del hotel, la desubicación de los turistas, la relajación y el trato amable me reconfortan mientras desayuno, imaginándome uno de ellos: viajero en una ciudad extraña, preparado para sorprenderme, para explorar y descubrir.
Y es que, con demasiada frecuencia, olvidamos algo tan fundamental como que no somos sino viajeros en tránsito por esta vida.
Wednesday, January 16, 2008
EJERCICIOS EN EL ALAMBRE
Sus acrobacias en el trapecio eran tan deslumbrantes que nadie le reconocía cuando bajaba a tomar algo a la cantina del circo.
Monday, January 14, 2008
RAY: EL RAYO QUE NO CESA
En realidad, esto no es un artículo, sino una declaración de amor. Hay personas que te marcan de por vida y servidor le debe tanto a Ray Davies que el único modo en que podría saldar mi deuda es seguir escuchando su música a través de los años. Culpa suya son mis bailes más frenéticos, mis amores más intensos y mis tardes más melancólicas. Poco me preocupa que algunos no los consideren como la gran banda que fueron. Para disgustos ya se inventaron las radiofórmulas. Pero hubo un tiempo en que The Kinks sonaban ¡y cómo! en las radiofórmulas. Eran tiempos mejores, qué duda cabe.
EL “RIFF” QUE LO CAMBIÓ TODO
No había mucho que rascar en el suburbio londinense de Muswell Hill durante la década de los sesenta. La población deambulaba de la fábrica a casa, pasando por el pub, mientras uno de sus vástagos, de nombre Raymond Douglas Davies, se las arreglaba para componer, en el piano familiar, “You really got me”, uno de los hits más versionados de la historia de la música pop. Su célebre riff es obra de su hermano, Dave, con el que recientemente había fundado The Kinks. Anunque, hasta el momento, la trayectoria de la banda podría definirse de errática (algunos singles estilo Merseybeat y una versión de Little Richards), The Kinks no iban a conformarse con eso. Atravesando con una aguja de punto el amplificador de su guitarra, encontraron el sonido que andaban buscando para The Kinks. Peter Quaife y Mick Avory completan la formación de una de las mayores fábricas de singles de la historia y firman discos gloriosos. “Kinks”, “Kinda Kinks” y “Kontroversy” son discos potentes, de aroma garagero, una sucesión de melodías eléctricas capaz de producir la mejor de las adicciones, pero la carrera no había hecho sino comenzar. Y “Face to face” y “Something else”, sus siguientes trabajos, lo confirman. La colección de éxitos por minuto es de vértigo: “Sunny afternoon”, “Waterloo sunset”, “Autumn almanac”, “Well respected man”… no caben mejores credenciales.
LAS JOYAS DE LA CORONA
Tras el preceptivo disco en directo (“Live at Kelvin Hall”), Ray Davies podía haberse dormido en los laureles, pero su inquietud le lleva a firmar dos obras fundamentales de la banda: “The Village Green Preservation Society” (1968) y “Arthur or the decline and fall of the British Empire” (1969). Discos maravillosos e imperecederos, donde dan rienda suelta a sus obsesiones tan británicas, tan proletarias, tan humanas. El primero es una burla, en forma de homenaje, a esa tradición británica de la que, gusten o no, forman parte. Como ya es habitual en Davies, lucidez y nostalgia en estado puro. De Arthur se dice que era la banda sonora para un telefilm que nunca se llegó a rodar: el disco retrata la vida agridulce de un Juan Nadie británico y se desgrana en joyas costumbristas como “Victoria”, “Nothing to say” o “Shangri La”. Después vendrían “Lola vs. Powerman and the Money go round” (que incluía su celebérrimo y coreado Lola) y “Muswell Hillbillies”, su particular tributo al blues y uno de los disco favoritos de quién esto firma.
THAT´S ENTERTAINMENT!
Al final todo artista tiende a, eso que tan mal se les daba a los Ramones, evolucionar. Y tras tocar tanta cumbre, cunde el desconcierto cuando Davies y los suyos se pasan parte de los setenta enredados entre el vodevil y la ópera rock. Afortunadamente, su fina ironía le impide despegar los pies de la tierra y entregarse a visiones mesiánicas, estilo “Tommy” de Thownshend o “The Wall” de Waters. Son los años de “Preservation”, “Schoolboys in disgrace” o “Soap opera”. La gráfica de genialidad desciende pero, en toda la obra de Ray Davies, puede rastrearse su mirada, heredera de la de Dickens o Chesterton. Y las melodías, que salvan a la banda de la catástrofe total durante los confusos ochenta, cuando el sonido de The Kinks ya en poco recuerda al de sus días de gloria, escorándose peligrosamente hacia el A.O.R. Admito que disfruté con “Sleepwalker”, “State of confusión”, “Think visual” o “U.K. Jive” pero no recomendaría a nadie que se introdujera en la discografía de la banda por la puerta de salida.
En 1993 “Phobia” supone el canto de cisne The Kinks. Un disco que abunda en el estilo elaborado que han practicado durante su última etapa. Un digno cerrojazo, con una colección de canciones que merecían más atención de la que obtuvieron (ninguna). “To the bone” aparecerá años después como recopilatorio oficial, a base de versiones de éxitos atemporales. Como reza el poema, siempre quedará la belleza en el recuerdo.
HOMBRE SOLITARIO
Ray Davies desaparece un tiempo, para regresar con un libro bajo el brazo: “X-Ray” su propia “biografía no autorizada” y se sube a los escenarios para leernos algunos párrafos de la misma. Naturalmente, ameniza a la platea con parte de su clásico repertorio en formato mínimo, de una o dos guitarras, lo que no fue óbice para que, en su recital del Palacio de Congresos de Madrid, más de un espectador (entre los que me cuento) terminara literalmente de pie, saltando sobre la butaca.
Después del revival, nuevo silencio creativo. Se tienen noticias de sus frecuentes viajes al sur de Estados Unidos, donde conocemos que ha sido víctima de un tiroteo en plena reyerta callejera. Todos nos preguntábamos qué buscaba Ray a orillas del Misisipi, pero hasta 2006 no muestra los frutos de su inmersión sonora. En “Other people´s live” se pueden, efectivamente, rastrear los ritmos de Nueva Orleans y ciertas sonoridades latinas, incluyendo algunas estrofas en castellano. De nuevo, un buen disco, de sonido algo denso pero coherente con su trayectoria de genial letrista y melodista. Algo debe andar moviéndose dentro de la cabeza del artista para que, en poco más de un año, nos entregue este “Working man´s café” que no es sino la continuación del anterior, con una producción más acorde al género rockero, de aires sureños, que ahora practica. Que sea por mucho tiempo.
(Versión integra del artículo publicado en el último número del periódico Diagonal y que tuvimos que acortar por motivos de maquetación.)
EL “RIFF” QUE LO CAMBIÓ TODO
No había mucho que rascar en el suburbio londinense de Muswell Hill durante la década de los sesenta. La población deambulaba de la fábrica a casa, pasando por el pub, mientras uno de sus vástagos, de nombre Raymond Douglas Davies, se las arreglaba para componer, en el piano familiar, “You really got me”, uno de los hits más versionados de la historia de la música pop. Su célebre riff es obra de su hermano, Dave, con el que recientemente había fundado The Kinks. Anunque, hasta el momento, la trayectoria de la banda podría definirse de errática (algunos singles estilo Merseybeat y una versión de Little Richards), The Kinks no iban a conformarse con eso. Atravesando con una aguja de punto el amplificador de su guitarra, encontraron el sonido que andaban buscando para The Kinks. Peter Quaife y Mick Avory completan la formación de una de las mayores fábricas de singles de la historia y firman discos gloriosos. “Kinks”, “Kinda Kinks” y “Kontroversy” son discos potentes, de aroma garagero, una sucesión de melodías eléctricas capaz de producir la mejor de las adicciones, pero la carrera no había hecho sino comenzar. Y “Face to face” y “Something else”, sus siguientes trabajos, lo confirman. La colección de éxitos por minuto es de vértigo: “Sunny afternoon”, “Waterloo sunset”, “Autumn almanac”, “Well respected man”… no caben mejores credenciales.
LAS JOYAS DE LA CORONA
Tras el preceptivo disco en directo (“Live at Kelvin Hall”), Ray Davies podía haberse dormido en los laureles, pero su inquietud le lleva a firmar dos obras fundamentales de la banda: “The Village Green Preservation Society” (1968) y “Arthur or the decline and fall of the British Empire” (1969). Discos maravillosos e imperecederos, donde dan rienda suelta a sus obsesiones tan británicas, tan proletarias, tan humanas. El primero es una burla, en forma de homenaje, a esa tradición británica de la que, gusten o no, forman parte. Como ya es habitual en Davies, lucidez y nostalgia en estado puro. De Arthur se dice que era la banda sonora para un telefilm que nunca se llegó a rodar: el disco retrata la vida agridulce de un Juan Nadie británico y se desgrana en joyas costumbristas como “Victoria”, “Nothing to say” o “Shangri La”. Después vendrían “Lola vs. Powerman and the Money go round” (que incluía su celebérrimo y coreado Lola) y “Muswell Hillbillies”, su particular tributo al blues y uno de los disco favoritos de quién esto firma.
THAT´S ENTERTAINMENT!
Al final todo artista tiende a, eso que tan mal se les daba a los Ramones, evolucionar. Y tras tocar tanta cumbre, cunde el desconcierto cuando Davies y los suyos se pasan parte de los setenta enredados entre el vodevil y la ópera rock. Afortunadamente, su fina ironía le impide despegar los pies de la tierra y entregarse a visiones mesiánicas, estilo “Tommy” de Thownshend o “The Wall” de Waters. Son los años de “Preservation”, “Schoolboys in disgrace” o “Soap opera”. La gráfica de genialidad desciende pero, en toda la obra de Ray Davies, puede rastrearse su mirada, heredera de la de Dickens o Chesterton. Y las melodías, que salvan a la banda de la catástrofe total durante los confusos ochenta, cuando el sonido de The Kinks ya en poco recuerda al de sus días de gloria, escorándose peligrosamente hacia el A.O.R. Admito que disfruté con “Sleepwalker”, “State of confusión”, “Think visual” o “U.K. Jive” pero no recomendaría a nadie que se introdujera en la discografía de la banda por la puerta de salida.
En 1993 “Phobia” supone el canto de cisne The Kinks. Un disco que abunda en el estilo elaborado que han practicado durante su última etapa. Un digno cerrojazo, con una colección de canciones que merecían más atención de la que obtuvieron (ninguna). “To the bone” aparecerá años después como recopilatorio oficial, a base de versiones de éxitos atemporales. Como reza el poema, siempre quedará la belleza en el recuerdo.
HOMBRE SOLITARIO
Ray Davies desaparece un tiempo, para regresar con un libro bajo el brazo: “X-Ray” su propia “biografía no autorizada” y se sube a los escenarios para leernos algunos párrafos de la misma. Naturalmente, ameniza a la platea con parte de su clásico repertorio en formato mínimo, de una o dos guitarras, lo que no fue óbice para que, en su recital del Palacio de Congresos de Madrid, más de un espectador (entre los que me cuento) terminara literalmente de pie, saltando sobre la butaca.
Después del revival, nuevo silencio creativo. Se tienen noticias de sus frecuentes viajes al sur de Estados Unidos, donde conocemos que ha sido víctima de un tiroteo en plena reyerta callejera. Todos nos preguntábamos qué buscaba Ray a orillas del Misisipi, pero hasta 2006 no muestra los frutos de su inmersión sonora. En “Other people´s live” se pueden, efectivamente, rastrear los ritmos de Nueva Orleans y ciertas sonoridades latinas, incluyendo algunas estrofas en castellano. De nuevo, un buen disco, de sonido algo denso pero coherente con su trayectoria de genial letrista y melodista. Algo debe andar moviéndose dentro de la cabeza del artista para que, en poco más de un año, nos entregue este “Working man´s café” que no es sino la continuación del anterior, con una producción más acorde al género rockero, de aires sureños, que ahora practica. Que sea por mucho tiempo.
(Versión integra del artículo publicado en el último número del periódico Diagonal y que tuvimos que acortar por motivos de maquetación.)
Tuesday, January 08, 2008
INTOXICACIÓN
USTED, AMABLE LECTOR, MORIRÁ HOY. Por favor, no se alarmen, es solo una metáfora. Un modo, algo sensacionalista, de expresar lo que veo por ahí. Porque es seguro que, si cada día comienzo esta bitácora con la frase de arriba, habrá uno en que, al fin, acierte. Centrémonos. Todo esto viene al caso porque, el otro día, permanecí retenido en casa por culpa de una de esas indigestiones tan normales en estas fechas; dedicado a ingerir suero y prospectar los medios de comunicación (ya saben, uno de mis vicios). Y vaya si se nota que vamos camino de elecciones. Ausentes los políticos por vacaciones, los medios les toman el relevo y anuncian a todo trapo la llegada del apocalipsis financiero. Con la subida del paro, los precios disparados y el petróleo a poco de alcanzar los 100 dólares por barril, dan ganas de echarse a llorar hasta el año que viene. Pero, sin cortarse un pelo, la siguiente noticia es que resulta imposible comprar una videoconsola en todo Madrid. Vaya, a mí algo no me cuadra ¿un país al borde de la crisis que se gasta lo que no tiene en videojuegos? Raro, raro… Como me decía un amigo la otra noche “¡Ha llegado la crisis!¡No habrá teles de plasma para todos!” Pues eso.
Vale, que las cosas no pintan bien para el mileurista de turno (servidor, uno de ellos), pero no me creo que la gente no se emancipe por falta de oportunidades. Parte del problema estriba en que el personal espera a independizarse hasta que puede alojarse en un casoplón con home cinema en cada retrete. Y así andamos todos, estreñidos. Además, existe una casta de periodistas especializados en vaticinar constantemente la crisis. Así, cuando se escucha a una, pongamos por caso, Carmen Tomás, uno tiene la sensación de que se le humedecen las braguitas cada vez que recita el rosario de desdichas que nos aguardan. Esto, me parece a mí, es intoxicación y no lo que me provocaron los langostinos.
P.D. Felicitémonos, al menos de que este año hayan otorgado el premio Nadal a Francisco Casavella, al que algunos recordarán por sus geniales El día del Watusi o El secreto de las fiestas. Para saber más:
http://tonteriasamares.blogspot.com/2006/12/soy-raro.html
Vale, que las cosas no pintan bien para el mileurista de turno (servidor, uno de ellos), pero no me creo que la gente no se emancipe por falta de oportunidades. Parte del problema estriba en que el personal espera a independizarse hasta que puede alojarse en un casoplón con home cinema en cada retrete. Y así andamos todos, estreñidos. Además, existe una casta de periodistas especializados en vaticinar constantemente la crisis. Así, cuando se escucha a una, pongamos por caso, Carmen Tomás, uno tiene la sensación de que se le humedecen las braguitas cada vez que recita el rosario de desdichas que nos aguardan. Esto, me parece a mí, es intoxicación y no lo que me provocaron los langostinos.
P.D. Felicitémonos, al menos de que este año hayan otorgado el premio Nadal a Francisco Casavella, al que algunos recordarán por sus geniales El día del Watusi o El secreto de las fiestas. Para saber más:
http://tonteriasamares.blogspot.com/2006/12/soy-raro.html
Wednesday, January 02, 2008
EL SIGNIFICADO DE LAS FIESTAS
En medio de la vorágine navideña, concluyo que una parte del significado de las fiestas consiste en forzarnos a valorar lo tranquilo y confortable de nuestra existencia cotidiana.
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