Cuando la jornada que arranca promete ser de las duras, tengo un truco que acostumbra a funcionar: madrugo veinte minutos para acudir a desayunar a un pequeño hotel que hay en la manzana de mi casa. No es por la calidad del producto, ni por el trato de los profesionales que lo atienden, sino para disfrutar del ambiente de tránsito.
Desde mis años mozos me han fascinado las zonas de tránsito: centros de ciudades, paseos, estaciones, aeropuertos… Lugares de labilidad extraordinaria donde es posible desembarazarse unos momentos de la pesada carga de nuestra identidad.
La mezcla de acentos de la cafetería del hotel, la desubicación de los turistas, la relajación y el trato amable me reconfortan mientras desayuno, imaginándome uno de ellos: viajero en una ciudad extraña, preparado para sorprenderme, para explorar y descubrir.
Y es que, con demasiada frecuencia, olvidamos algo tan fundamental como que no somos sino viajeros en tránsito por esta vida.
6 comments:
por eso y por el PANTUMACA!!! XD
ja ja ja... tampoco es desdeñable.No es fácil encontrar un garito donde lo preparen como dios manda.
Yo también lo hago, pero en casa... es decir, madrugo más, pero en vez de andar deprisa y corriendo como cada día, recojo, hago la cama, desayuno viendo la tele, leo una revista.... y luego voy en paz a trabajar!
Yo, cuando preveo un día duro, me da tanto horror pensarlo que me levanto mas tarde, voy atropellada, me sale todo fatal y consigo empeorarlo bastante. Soy un hacha.
uhmmmmm que lindo!!!!
esa última frase me parece digna de un culebrón ..
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