El baile siempre le había parecido una disciplina, más que difícil, imposible. Miraba a la gente bailando y sabía que muchos disfrutaban con ello pero él se veía torpe e incapaz. Un buen día ensayó en su casa y descubrió que no era tan complicado: bastaba con memorizar unos cuantos pasos y repetirlos en diferentes secuencias. Cuando se lanzó a la pista, resultó que no lo hacía nada mal. Y se dio cuenta de que lo único que le impedía bailar era su propia negación a intentarlo.
3 comments:
Y tantas noches que he bailado sola era por eso!!!jajaja
love yá!!!
Amigo, como cuento con truco es cojonudo, tristemente la realidad (en mi caso) es bien distinta.
Nunca bailé.
Lo intenté varias veces y Cristo asesinó a varios gatitos.
Así de jodido... :-)
la verdad, es que yo tampoco soy un gran bailarín: mi estilo se podría definir como pogo de San Vito verbenero... en fin, que farem
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