El que lea esta ensalada con cierta regularidad ya conocerá que no me entusiasma la tecnología: Vivo sin antena de televisión, uso el teléfono móvil por causas ajenas a mi voluntad, no tengo internet en casa, ni afeitadora eléctrica… No soy tecno-fóbico, más bien tecno-dejao. Cuando de chaval compraba cómics era una autentica tortura saber que había llegado al quiosco el último episodio de Los Vengadores pero la tecnología no consigue ponérmela dura. Me descojoné con las colas en Gran Vía de zumbados a la caza de su nuevo i-phone. Tiendo a pensar que si he vivido treinta y tantos años sin tal o cual cacharro puedo tirar otros tantos sin él. Hasta que la ley del mercado te obliga a renovar el portátil porque ya no vale ni para usarlo como Olivetti.
El caso es que de cuando en cuando me arranco a incorporar alguna nueva tecnología en mi vida. Hace unos años me hice bloguero como terapia, mientras la empresa donde trabajaba se decidía a despedirme y hace unos meses me creé un perfil en facebook para poder ver las fotos de la hija de un amigo. Desde el primer momento, recelé del invento y me di de alta con seudónimo. Llámenme paranoico pero no me gusta ir dejando pistas por la red; ya bastante información sobre mi vida tienen los del banco, Hacienda o google. Ahora veo lo acertado de mi decisión, cuando observo de lejos la aparición de personas que si no forman parte de mi vida es porque así lo he decidido. Todas las pelis de reencuentros con antiguos compañeros de clase acaban o en bronca o en cornucopia. Esto es así.
Vivimos en la era de la comunicación global. Los medios nos otorgan la capacidad de conocer qué ocurre en las antípodas casi al segundo. Esto que en principio parece un avance podría no serlo tanto. De qué me vale conocer tantas desgracias porque, querámoslo o no, el 90% de noticias son tragedias sobre las que no tenemos control alguno. Y el facebook para qué sirve en última instancia: para hacerse fan de cosas absurdas y matar el tiempo en el curro. Esto en sí mismo no es grave pero hace poco leí un uso mucho más perverso: la de los departamentos de recursos humanos para evaluar candidatos. Este es el momento en que muchos se arrepienten de haber colgado aquellas fotos tan simpáticas de su despedida de soltero.
El viernes alguien me contó la historia de un diseñador gráfico al que habían largado de su curro sin indemnización, alegando que el tipo tenía publicado un book en internet con sus trabajos para la empresa. Una excusa como otro para no aflojar la pasta pero yo de ustedes no me fiaría demasiado de este nuevo dispositivo de control masivo llamado internet.
1 comment:
ja ja ja, de lo del diseñador puedo dar fe!
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