Y justo entonces, mis padres adquirieron la sana costumbre de marcharse fuera los fines de semana y su casa se convirtió en el epicentro de una buena cantidad de juergas. A la que cerraban la puerta aparecían por allí unos cuantos amigos y ya estaba armada. Exceptuando algunas copas que aparecieron en los rincones más insólitos, un parqué levantado (que aún no sé cómo fuimos capaces, mi hermano y yo, de explicar a mis padres) y un par de desafortunadas visitas de los bomberos, nos lo pasabamos en grande: uno hacía la comida, el otro traía un postre, el de más allá traia unas películas, los últimos discos o un cono de tráfico. Y el disco de Madness, a estas alturas con un rayado aquí y un salto allá, sonando a toda pastilla hasta altas horas de la mañana. Creo que fue Arturo el que, acertadamente, acuñó la expresión "pasarlo mejor que los Madness". En fin, buenos tiempos...
2 comments:
Yo aterricé en la época de Los Pantera de Poluzza y sus videos de coprofagia.
No se como os apañábais para arreglar aquello porque a mi me daba la impresión de que salía más económico dinamitar la casa.
Que bárbaros...
ja ja ja... más de una vez ya lo pensamos. lo de dinamitar la casa, digo.
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