Se lo dije hace tiempo a Javier, mi socio: “No quiero saber nada de los asuntos económicos de la empresa. Limítate a avisarme cuando estemos arruinados”. Sencillamente, no sé, no me sale, no se me da…
Soy hijo de bancario, un abnegado trabajador que acudía cada mañana a tasar joyas al Monte de Piedad, ya tuviera tos o la gripe A. Y en mi casa paterna el banco siempre fue algo respetado, que nos pagaba los estudios y nos mandaba una cesta en navidades
Después llegó el día en que mis padres me convencieron para comprarme un pisito “y dejar de tirar el dinero en alquileres”: cómodo, acogedor, coqueto y fácil de limpiar… vamos, de veinte metros cuadrados. Acudí al banco, aquel banco que guardó los regalos de mi comunión, sufragó mis estudios, ingresó mi primera nómina y la de los siguientes diez años y va y me dice que NO. Aquel NO fue una gran hostia en toda mi jeta pero supongo que aún mayor en la de mi padre, el pobre. Afortunadamente, o no, había otra entidad decidida a apostar por el esclavismo de por vida de un joven mileurista empeñado en obtener su lugar en el mundo.
Y hoy llegó el día. El día triunfal en que me armo de valor, supero el tembleque de piernas y vuelvo por primera vez al banco desde el día en que contraté la hipoteca, hace seis años ya. Y me suda la frente como a un Gary Cooper working class. El motivo: Por primera vez, no tengo suficiente para pagar y mañana me pasan la letra. A ver si me la pueden aguantar una semana, porfaaa...
Que ese supuesto no lo tenemos contemplado (con la que está cayendo en este país, casi se me escapa una carcajada), que claro que vas a superar el bache, que no te preocupes que podríamos aumentar tu crédito al 20% de interés, que resulta que la aplicación ha elevado la consulta al departamento de riesgos, que te hacemos una operación de dinero directo… Que os den por culo, tíos.
Salgo de la sucursal y saco el último dinero de mi cuenta para que el departamento de riesgo no tenga duda alguna de mi insolvencia.
Nadie se alarme que saldré de esta…
Vuelvo a la oficina. Un correo electrónico y una llamada de teléfono me sacan del abismo económico. Bueno, lo justo, como siempre.
(continuará)
3 comments:
el animo no es dinero, pero como es lo que tengo...ahi lo dejo por si usted lo necesita y le apetece recogerlo.
fdo. alguiendeciencias
Desde que algún listo empezó a decir que dos más dos no son cuatro, los de los bancos andan bastante perdidos.
IDEA
Cuando toque el gorod, vayamos al lugar de los hechos para trincar a los comerciales de los bancos, y meterles una buena tunda...
Donde dije gorod, digo gordo
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