El cine de Eric Rohmer es como ver crecer la hierba. Tal lindeza le dedicaban al director frances en la película La noche se mueve. Lo veo y subo: El cine de Rohmer es como no ver crecer la hierba. Esa es su magia.
Mi primer acercamiento a Rohmer fue el visionado de Cuento de Verano. Era imposible no empatizar con su protagonista, rebotando entre tres modelos de mujer, a cual más loca. Al final el chaval se marcha a pillarse un amplificador. Normal. Aquella película, dirigida por un señor casi octogenario, hablaba de mí de un modo mucho más cercano y real que todas las toneladas de celuloide dedicado a los ardores juveniles. Después descubriría otras joyas como Pauline en la playa, La coleccionista, La rodilla de Clara…
Algo que me gusta de las películas, las novelas o cualquier narración es que los protagonistas evolucionen en el trascurso de la historia. Y lo que me sedujo del cine del gabacho es que, al correr los créditos finales, sus personajes nunca son los mismos que al principio de la película. Lo mágico es que, entretanto, no hemos presenciado espectaculares catarsis, broncas desgarradas o polvos de antología. Todo sucede con la naturalidad propia de la realidad. Siempre he pensado que no existe la catarsis, la conversión, el cambio instantáneo; sino que sucede durante un periodo más o menos dilatado en el que asumimos el trecho entre lo que fuimos y lo que seremos. Y esto Rohmer lo explicaba como nadie.
3 comments:
yo soy mas de su primo ROHMERo
XD
Totalmente de acuerdo, esos personajes tan naturales, que te hacen sentir que tu vida también es una peli. Como me gustó Cuento de Verano ...
Besos
Aprendi mucho
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