Lo observo con preocupante frecuencia: parejas que se deshacen a mi alrededor porque él no es demasiado bueno para ella; o eso dice con expresiones tan retorcidas como “necesito admirar a mi pareja” o “no tienes bastante ambición”.
Sin llegar a los extremos de defender que somos dos especies distintas, como expresa Luis Racionero en su biografía, me parece que la actitud femenina que nos ha tocado capear es uno de los elementos más reveladores del signo de los tiempos que corren.
Sin ningún ánimo científico, suelo pensar en la época de las cavernas: aquella en que el hombre salía de caza mientras que ella se quedaba al cuidado de la prole. Motivos de complexión y de dotación biológica parece que hacen lógica tal distribución del trabajo. De tal modo, el cerebro masculino se curtió en el pragmatismo: lo importante era cobrar la pieza sin arriesgar demasiado el pellejo. El de ella en este sentido evolucionó hacía lo desiderativo: a fuerza de esperar, confiaba en que su macho regresara con la mejor de las piezas posibles (pero tenía que conformarse con lo que fuera).
Es evidente que los humanos tendemos a cruzar nuestra dotación genética con la mejor que el azar ponga a nuestro alcance. Ocurre que ahora los factores que garantizan la supervivencia han cambiado muy mucho y un ingeniero esmirriado y gafotas puede asegurar mucho mejor el sustento que un cachitas de piscina. Primer elemento de desubicación.
El otro es lo que se podría titularse como la mayor estafa del capitalismo del siglo XX: la incorporación de la mujer al trabajo. Favorecido por los procesos de industrialización e informatización se ha creado un marco laboral en el que la mujer puede mirar a los hombres de tu a tu. Toda esa fuerza productiva que, en caso de guerra se movilizaba por necesidad, se ha ido incorporando, casi duplicando la mano de obra disponible en unas cuantas décadas. Alentadas por un falso espejismo de independencia se ha llegado a que se necesiten dos sueldos donde antes bastaba con uno.
El cerebro femenino ha cortocircuitado al enfrentarse en tan poco tiempo a cambios tan radicales y de paso nos está volviendo locos a sus contrarios. Hay muchas razones para defender tanto la cría de la prole por parte de la madre sin menoscabo de su estatus. Lo digo sin un ápice de misoginia y estableciendo una comparativa sicoanalítica. Si el espacio público (la calle por ejemplo) equivale al consciente, el íntimo (el hogar) lo hace al subconsciente. Y todos sabemos que antes las mareas subconscientes es difícil muy difícil pelear. De modo que del matriarcado hemos pasado al vacío de poder en el hogar que está propiciando toda una generación de vándalos irrespetuosos.
Desmantelamiento de los roles femenino y masculino, descenso salarial y desestructuración del ámbito privado. La carambola perfecta para otorgar los permisos de demolición del sistema.
5 comments:
Con todo mi cariño, Mario, pero, ¿te has planteado lo enriquecedor que es para un niño ver que su madre es independiente, está con su padre porque lo quiere (no porque lo necesite para subsistir) y que disfruta con su trabajo? El problema del vacío de poder en la casa no se ha creado porque las mujeres trabajemos, sino porque muchos padres/madres pasan de educar a sus hijos y dedicarles tiempo. Ese vacío, el paro y la bajada de salarios no se solucionan volviendo al matriarcado. Esa solución ya está muy manida y es demasiado facilona.
Por cierto, a un rollete que tuve una vez y me dijo que se sentía inferior a mi lado, le contesté que igual es que realmente era inferior...y un año después di con el pedazo de hombre que tengo a mi lado, que me quiere como mujer y se siente orgulloso de que sea una buena profesional. Un hombre sin complejos.
ja ja ja qué respuesta, que grado de sinceridad.
También te digo que aunque no tengo vovación de pater familias, cualquier excusa me valdría para no tener que salir a diario a buscar las habichuelas.
Y respecto a lo de la admiración a los padres y tal, yo es que pienso que pasado el periodo de lactancia los niños debería educarlos el estado. La familia aunque sea maravillosa no trae más que complicaciones.
La imagen de niños sin padres criados en masa por internados/orfanatos recuerda demasiado a los totalitarismos del s. XX, ¿no?.
Los totalitarismos rules, Estefi!
No estoy de acuerdo Mario. Yo como mujer necesito la sensación de independencia y libertad personal de la que habeis disfrutado siempre los hombres, y se consigue con formación, o solo con un trabajo.
No me veo esperando en casa a que mi maridito traiga el sueldo. De acuerdo con mi experiencia personal, apenas soy capaz de depender de un hombre para que recuerde reservar una mesa, mucho menos va a depender mi vida.
Espera, ¿vida? ¿qué vida? No somos dos especies distintas, somos la misma, y como tal ambos necesitamos vivir en una sociedad y sentir que lo que hacemos obedece a una función.
Criar a los hijos es una función, estoy de acuerdo. Pero los hijos también necesitan un padre. Y yo si algún día tengo una hija prefiero que me vea trabajando y dependiendo de mí misma antes que aprender que lo que hay que hacer en esta vida es depender de un hombre.
¿La cocina es el subconsciente? Mi subconsciente son mis sueños, y no incluyen una cocina.
Post a Comment