Cuando el doctor le pidió que dejara de correr porque su corazón estaba en peligro de estallar, ella contestó que ni hablar. Nadie supo realmente lo que ocurrió. Unos hablaron de vigorexia, otros de que su futuro era incierto lejos del mundo de la competición, otros de su deseo de batir el récord mundial de victorias consecutivas... La realidad es que Adele, la atleta, deseaba morir escuchando los aplausos de su público.
2 comments:
Muy bueno. Una punta del iceberg perfecta.
Jo! Que bonito!!!
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