Tras escapar de su largo cautiverio, el conde de Montecristo entró a comer en una posada. Cuál no sería su sorpresa al comprobar que el codillo se le atragantaba, sus tripas se revolvían con el vino y los pechos de la camarera le provocaban nauseas. Comió un trozo de pan y una jarra de agua y pagó la cuenta, más preocupado por su falta de apetito que por la venganza que se había propuesto emprender.
4 comments:
- Un plato de gachas, Don Camilo???
- Venga!!!.
Pues no entiendo nada, lo siento.
Es que, es un dolor de muelsa, y se le echa de menos, dice el saber popular
Quiero decir "un dolor de muelas" se entiende.
Post a Comment