Friday, August 31, 2007

MONTECRISTO

Tras escapar de su largo cautiverio, el conde de Montecristo entró a comer en una posada. Cuál no sería su sorpresa al comprobar que el codillo se le atragantaba, sus tripas se revolvían con el vino y los pechos de la camarera le provocaban nauseas. Comió un trozo de pan y una jarra de agua y pagó la cuenta, más preocupado por su falta de apetito que por la venganza que se había propuesto emprender.

4 comments:

miss lisbon said...

- Un plato de gachas, Don Camilo???
- Venga!!!.

Franziska said...

Pues no entiendo nada, lo siento.

Cigarra said...

Es que, es un dolor de muelsa, y se le echa de menos, dice el saber popular

Cigarra said...

Quiero decir "un dolor de muelas" se entiende.