Por fin, llegó el día en que el Último Misterio le sería revelado.
Llevaba muchos años militando en la Logia. Desde los albores de su juventud había hecho muchas concesiones y sacrificios para cumplir los preceptos de la misma. Se había esforzado, había estudiado los textos, cumplido los ritos y permanecido fiel al resto de miembros.
El Comité de Maestros le recibió en pie y él se hincó de rodillas, tal como indicaba el protocolo. Imaginaba bajo las capuchas de los Maestros, los rostros de banqueros, jueces y ministros que, iluminados por el Último Secreto, movían los hilos invisibles de la sociedad. El Maestro Supremo extrajo el pergamino de la urna y los miembros del Comité abandonaron ceremoniosamente la estancia, dejándole a solas con el Último Misterio. Debía leer el pergamino, reintegrarlo a su urna y reflexionar sobre el Último Misterio el tiempo que estimara oportuno, antes de salir a reunirse, como uno más, con el Comité de Maestros.
Desenroscó el pergamino y leyó:“No hay ningún Misterio, pero desde ahora debes actuar como si lo hubiera”.
5 comments:
“No hay ningún Misterio, pero desde ahora debes actuar como si lo hubiera”...
lo que no deja de ser misterioso, jeje
What a great end!!!
Si es que ya se me ha olvidado el español...tanto inglish.
Oye!!! esta entrada me ha encantado, es una mezcla de El nombre de la rosa y Hitchcock .. ya sabes que este material me encanta.
besos
Qué bueno!
Cumple con todos los requisitos del cuento moderno. Me ha gustado y me ha hecho pensar en muchas cosas que, a mi juicio, tendrían un mensaje semejante.
Saludos cordiales.
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