Monday, June 20, 2011

NGU

La espongiriasis es una enfermedad de origen vírico que afecta a manadas enteras de búfalos en el África Central. Uno de los síntomas más notorios de la espongiriasis es una suerte de demencia que empuja al animal a embestir cualquier elemento que se interponga en su camino. La imagen de una manada infectada es decenas de bóvidos arremetiendo obsesivamente contra árboles, rocas u otros animales. No hay espectáculo más cruento que el encuentro entre dos búfalos enfermos, estrellando sus cornamentas hasta que uno o ambos caen rendidos con el cráneo fracturado.

Al nacer Ngu, la espongiriasis se hallaba muy extendida entre los de su manada y a las pocas semanas de vida afectaba al total de sus integrantes. Por algún capricho de la naturaleza, Ngu nació inmune al virus y no desarrolló la enfermedad. Sin embargo, al crecer rodeado de congéneres que golpeaban su testa contra todo lo que veían, Ngu comenzó a imitarles. Ngu se dolía con cada embestida pero continuaba, pensando que algún día sería tan fuerte como el resto de la manada. Después de todo un día imitando a sus compañeros, la cefalea era tal que le impedía incluso conciliar el sueño. Lo que Ngu desconocía es que sus compañeros estaban enfermos y uno de los efectos de la espongiriasis es que devora los nervios responsables de transmitir el dolor.

Ngu intentó durante meses medirse con sus semejantes pero el sufrimiento era mayor a cada jornada. Finalmente, abandonó la manada arrastrado por la tristeza de no sentirse a la altura.

Durante muchas lunas Ngu vagó por la sabana, alimentándose de hierba seca, bebiendo el barro de los charcos y padeciendo las inclemencias sin más resguardo que su piel. Sintió la añoranza de los suyos pero se hallaba tan desorientado que no pudo encontrar el camino de regreso. Tal era el agotamiento, que el cerebro de Ngu era incapaz de otro pensamiento que el de avanzar hacia un horizonte incierto. Cuando Ngu hubo perdido toda esperanza, el paisaje comenzó a alterarse. En mitad del amarillo calcinado de la sábana surgieron breves espacios de hierba; los charcos se arracimaron en un arroyo cuyo curso guió a Ngu hasta un gigantesco lago, donde habitaba otra manada de búfalos. Exultante, Ngu se presentó ante el grupo golpeando su frente contra el primer árbol que encontró a su paso. El resto de búfalos le miraron con gesto extraño.

Pronto Ngu lo entendió todo: la locura que poseía a su manada y que no era necesario vivir de aquella manera; también entendió que su nueva vida iba a resultar mucho más plácida y dichosa.

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