Aquel popular artista entraba y salía a cada poco tiempo de una prestigiosa clínica de desintoxicación en Houston, Texas. Allí los doctores le administraban sedantes, y le sometían a dieta y las más variopintas terapias. Él obedecía y en unas semanas los médicos certificaban su sanación. A su salida atendía a los periodistas agolpados en la puerta del centro, y exponía su propósito de enmienda, pero, aunque los galenos le limpiaran de todo tipo de sustancias, sabía que nadie podría desintoxicarle de sí mismo.
2 comments:
Cuantos intoxicados hay por el mundo con propósitos de enmienda endebles y de boquilla
Yo me quiero desintoxicar y el desintoxicador que me desintoxique buen desintoxicador será.
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