Imaginad un momento que al abrir el messenger apareciesen en la agenda de contactos Wolfe, Pla, Casavella, Séneca, Murakami, Montaigne… Son alguno de los autores cuya obra reposa sobre mi mesa. Cuando llego a casa, me gusta echarme en el sofá, mirarlos y pensar que solo tengo que alargar el brazo para dialogar con ellos. Y, qué quieren que les diga, me reporta un inmenso placer.
Sé que estoy enfermo. Y escribo enfermo en el mismo sentido que se habla de ludópatas o drogadictos. Quizás sea una adicción menos destructiva, pero posee los componentes de compulsión y pérdida de control de las otras. La otra tarde iba justo de pasta, pero leí la reseña de un libro interesante, me crucé con una librería y no pude resistirme a entrar. ¿La factura del móvil? Ya me las apañaré. Mi actitud en las librerías es la misma que la del alcohólico que cree controlar: “una copa y nos vamos”. Y regreso a casa tambaleante con las obras completas de Lope bajo el brazo.
No es razonable, me digo cuando veo cómo se apilan los libros en mi diminuta vivienda. Voy a casa de mi madre y me encuentro media biblioteca, visito a mi hermano y allí están las cajas que amablemente me hospeda. Soy consciente de que muchos de ellos no volveré a leerlos, estoy convencido de hacer una oferta para amigos y allegados o una donación a la biblioteca más cercana. Pero, como el resto de adictos, siempre lo dejo para mañana.
Vale: “Hola, mi nombre es Mario y soy bibliófilo”.
9 comments:
Hola soy Javier, también soy bibliófilo. Se que compro compulsivamente, que tengo en casa más libros que los que leyeron muchos sabios, que de hecho hay muchos que no me he leído y sigo comprando.
Como caso patológico, cuando veo una casa que se derrumba, un escape de gas, un fuego, lo primero es si ha habido víctimas, por las personas, pero después sufro por si eso pasara con mi casa, con mis libros, qué dolor.
Pensando en la Biblioteca de Alejandría, que horror, en la biblioteca de Cartago, incluso en la ficticia de El nombre de la rosa. Lo reconozco, yo también soy enfermo.
ja ja ja, bueno en casa de tu madre y en la de tu hermano je je, pero bueno yo aqui te los guardo con gtusto puesto que sin tu tutela no habria leido los mejores libros
Parece que en este blog se da una confluencia de adictos a los libros. ¿Hasta dónde pueden llegar las cosas? Yo fui tan lejos en el vicio que hasta me casé con un librero (fueron puntos a su favor, sin duda) y cuando iba por nuestra tienda, llegué a comprarme libros en ella. ¡Aquello era increíble! La verdad, es que nunca me he arrepentido y jamás he tomado ninguna medida para corregir este vicio. Las cosas pueden llegar a ser tan enfermizas que lo que más me fastidia es que alguien -incluso mis propios hijos-se lleve alguno de mis libros. Algo así como si pensara que me los voy a llevar conmigo al más allá para no aburrirme en la "vida eterna".
Saludos cordiales.
Ja ja ja, cuánta risa y cuántas coincidencias. Yo me llamo Patricia y también soy bibliófila. Supongo que lo aprendí de mi padre, al que me dediqué, y dedico, a birlar libros de su estantería para ponerles después mi nombre (a boli!), siempre que me hubiesen gustado. Tanto él como yo sabemos que estos libros rebautizados nunca volverán a su estantería original, y como a Franciska, eso a él no le hace demasiada gracia.
Menudo vicio, los libros...
Esto parece, ciertamente, una reunión de ¿cómo sería? ¿bibliófilos anónimos?.
Creo que te comprendo cuando mi padrastro me dice que como entre un libro más en la casa le deja espacio de estanteria en su armario, porque se va él.
Pero sin embargo... siempre me acuerdo de mi abuelo diciéndome que el problema con los libros es pasar del -filo al -mano. Mientras tanto, todo bien.
sí!, yo tambiñen caí enamorado de esa ilutración, Liniers manda!...por lo demas, estoy "masticando" un post sobre lo del radicalismo chic que escribiste, jeje, ya te cuento....saludos...
ah!, y también me considero adicto a los libros aunque soy lector tardío, no porque lea arde si no porque empeze a leer sistemáticamente bastante tarde, después de la veintena.....
Yo cada vez aprecio menos el libro como objeto, pero es porque soy muy vaga y como llevo dos o tres mudanzas cada vez que compro algo no perecedero me pongo a temer la siguiente... Si supiera que voy a tener un sitio para mí para siempre acumularía mucho más. Bueno, y si consiguiera un buen curro del que no me echaran para poder permitírmelo, jaja.
Pero sí, comprar libros es el vicio que más me gusta... o sea, el segundo, jaja (dios, qué día más poco serio llevo), pues eso, que esta entrada también me encanta. A este paso no salgo de tu blog en todo el día...
Ah, y ahora que por fin me he dignado a ir a la biblioteca que tengo al lado de casa, que es estupenda, voy a volver con fuerza al vicio de las bibliotecas, que no me digas que no tiene morbo también, entrar sin saber qué buscas y ver mil cosas que te apetecen, y elegir, mmmmm.
Hola Mario, bueno aquí hay otro apasionado a los libros bibliófiloco (anónimo), jajaja es la gran pasión que tengo, ya que aun soy joven 25 años y me falta mucho por aprender, saber, etc..... cada ve que paso cerca de una librería, biblioteca me tiritan las piernas jajaja, me acuerdo y me da risa. Pero en fin prefiero comprar coleccionar libros, antes que drogarme o ahogarme en alcohol... bueno eso... un saludo de CHILE, "ECV"
http://librosdcoleccion.blogspot.com /// http://www.librosdecoleccion.tk
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