Se atribuye a Rafael Alberti un chiste que me contaron hace tiempo:
Se encontraba Dios tranquilamente en el cielo cuando le alertaron las súplicas de un hombre.
- Qué sentido todo tiene esta vida? ¿Cómo podemos actuar del modo correcto? ¿Qué valor tiene nuestros actos si no existe trascendencia? ¡Señor, si existe un más allá hazme alguna señal!
Conmovido por los pesares del humano, Dios decidió bajar a la tierra y tomar cartas en el asunto, pero al presentarse ante el mortal…
- ¡Unamuno, otra vez tú!
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