La estrategia sería perversa si no fuese porque no sigue
otro patrón que la ignorancia: mantener a la población anclada al pánico de la
supervivencia para que no se dedique a pensar en lo que están haciendo con sus vidas. Es el último cartucho de unos poderes a los que ya solo queda la pólvora
mojada de sus privilegios de tiempos pretéritos.
Cualquiera que se tome la molestia de indagar en los
mecanismos del poder entenderá enseguida que este no se trata sino de una
concesión. Por decirlo sencillo, el poder no se ejerce jamás sobre nadie sino
que se recibe de ellos. Todo lo demás son entelequias: estructuras orquestadas
para evidenciar lo que no es.
Como siempre, el problema y su solución está dentro de
nosotros. Y es tan sencillo (vale, o tan difícil) como dejar de creer lo que
nos han hecho creer. Como en esas pelis de terror en las que dando la espalda
al monstruo este pierde toda su fuerza; si fuéramos capaces (realmente capaces)
de dar la espalda al sistema de creencias que nos inculcaron se terminaría nuestro sufrimiento.
Arruinarse, perderlo todo, es fantástico: Te regala la
lección de que no hay nada que perder. Salvo la vida y quizás ni eso.
¿Qué sentido tiene seguir luchando por nuestros derechos a
qué? A levantarnos a las seis de la mañana, a entregar nuestras energías a unos
pobres cretinos insaciables de ambición, a defenestrar nuestro ánimo y llegar a
casa exhaustos justo cuando nuestra vida debería comenzar, a negarnos el
disfrute de un amanecer pensando que
llegamos tarde a un curro que detestamos, a transigir con relaciones vacías
solo porque nos enseñaron que es necesario el otro para sentirnos completos, a reír chistes groseros y renunciar a cumplir
nuestros sueños a cambio de tres raciones de rancho diario... ¿No merece
la pena intentar trascender la supervivencia?
2 comments:
me gustaria comentarte este post con una cerbecita, pero como no se puede, aqui queda, llebaba todo el día poniendome de mala leche con la historia de la huelga de la universidad, y no sabía porque, y creo que tu has definido muy bien la causa de mi cabreo. La gente se pone chiflada cuando ve peligrar su plato de comida, mientras antes estaban tranquilos mirando como se lo quitaban al vecino, y hombre eso es cuanto menos poco coherente. y lo digo sin animo de criticar, solo con ganas de salir de esta supervivencia, a ver si dejamos de comernos unos a otros...
un abrazo!
Eso! Un abrazote!
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