Existen pocos músicos que admire como a Johan Sebastian Bach. Si en los últimos años he experimentado alguna sensación cercana a lo trascendente ha sido gracias a su obra. Indagando sobre la vida del genio encuentro muchos datos interesantes y uno de ellos me conmueve especialmente. Tras la muerte de una de sus esposas y varios de sus hijos, debido a las numerosas epidemias que asolaban el continente, angustiado por una economía precaria, desesperado, el músico anota en su diario: “Señor, no permitas que pierda mi alegría”. Si hubiera de elegir un mantra que repetir cada mañana, sería éste.
Desconfío de la felicidad. Me parece un sentimiento demasiado intenso, solo tolerable en ignorantes o imbéciles. Sin embargo, intento cultivar la alegría; las alegrías prefiero llamarlas. Pequeños placeres que me amarran al aquí y ahora dotándome de fuerzas para seguir adelante. Tal vez fuera Herman Hesse quien me puso en la pista pero reconozco que no estoy llamado para las grandes causas. Y con los años cada vez me afirmo más en mi vocación hacia las cosas menudas y sencillas.
Amanecer sin ningún dolor y con las ideas ordenadas, recibir un mensaje desde la distancia, salir a la calle, enfilar una acera soleada en una mañana de frío, desviarme de mi camino para sentir el aroma de la tahona, entrar a un café, que la frutera continúe tratándome como a un hijo, vagabundear por las calles del centro y entrar en comercios insólitos a comprar tres o cuatro bagatelas que no necesito, localizar una plaza apartada y ojear la prensa sin que una obra taladre mis tímpanos, cocinar y aún sacar un rato para poder escribir, implorando a un dios en el que no creo para que preserve mis alegrías.
9 comments:
Desconfio de la felicidad... me ha encantado esa frase. La verdad es que no me extraña, a mi un día me soltó una bordería y no he vuelto a confiar en ella, sin embargo las pequeñas alegrías si que son buenas amigas.
Joder, que identificada me siento con tu reflexión de hoy y sobre todo con ese último párrafo. Mi última alegría: Pasar por un cine, decidir sobre la marcha ver una película y salir con esa agradable sensación de ensoñación, de trinfo, de satisfacción, de fantasía.. Callejear por Madrid sumergida en la música a todo volúmen de mi mp3, pensando en mis cosas, madurando y tomando decisiones sin casi darme cuenta.. Qué suerte tenemos.
Besos mil
Pues yo confío en la felicidad, que no es otra cosa que la suma de las alegrías. Puestos a aspirar, aspiro a ser feliz, no me cabe duda alguna.
Yo sí creo en la felicidad, y además, me parece fácil alcanzarla: Es suficiente con no enfadarse mucho, no ser muy retorcido en general, querer a la gente y disfrutar de esas pequeñas alegrías de las que hablas.
La felicidad.
Yo creo que existen momentos de felicidad, como los momentos de amistad, en ocasiones he compartido con un desconocido más que con mis sempiternos amigos.
La felicidad es parecida.
Para mi lo peor de la misma es que no es facilmente distinguible, en ocasiones la encuentras pero sigues buscando y, entonces, encuentras lo malo: casi siempre es tarde para retornar y te toca iniciar la búsqueda.
Y encima, te he contestado en mi blog! Que nada del exterior te haga tambalear!
Confio en la felicidad. No como algo constante que te enebria y coloca y incluso te puede llenar los sentidos de ilusiones, sino como pequeños momentos añadidos a otros y a otros y a otros. Quiero confiar en al felicidad, en que si no la tengo en este minuto la tendré en el siguiente, y sino en el que venga después.
Confio, quiero confiar. Lo siento y lo creo, porque si no confio, respirar es tan solo un mecanismo vacío y sin sentido.
Y no es para sentirme vacía que he venido a este mundo.
Y, quizás en este mismo momento en que no me siento desmesuradamente feliz, me puedo sentir feliz porque saber que puedo disfrutar de él, sabiendo que nada permanece.
Eso, nada permanece, todo se transforma. Mejor, todo se va transformando.
Un beso.
Aclaración:
Por lo comentarios aquí escritos, me da la impresión de haberme explicado mal.
No soy masoquista, claro que quiero sentirme bien . Pero me revuelvo es contra ese ideal de felicidad que parece todo lo colma. Si entramos a considerar idelaes que considero más urgentes como la solidaridad y la justicia es matemáticamente imposible el ideal de felicidad a menos que como he dicho sea un cretino.
Por eso precisamente uso como bastón mis pequeñas alegrías, para seguir avanzando... y a ver si pronto se manifiestan los cambios.
Besos y gracias a todos...
La felicidad es lo que sientes cuando las alegrías te parecen lo más normal del mundo, cuando las recibes con naturalidad y no como una excepción. Cuando el mundo parece lleno de cosas estupendas listas para ofrecérsete, y todo parece fluir solo, no necesitar de una lucha constante... Vamos, que no te conformes con pequeñas alegrías, ¿eh? Que tú te mereces más!!
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