Tuesday, November 07, 2006

ESTALINISMO DE SALÓN

Ya casi lo había olvidado: lo poco rencoroso que es uno. Una de las labores más infames con que me ha tocado ganarme la vida fue transcribir cada semana una tertulia radiofónica en la que intervenía la escritora Rosa Regás.

¿Verdad que a veces uno topa en la vida con padres intelectuales: personas que nos adelantan o descubren aquello que de natural tendríamos que concluir? Pues también existe lo contrario: personajes que con sólo abrir la boca nos irritan hasta el colapso. Este el caso. Durante aquel periodo desarrollé una fobia desatada hacia esta tipa. Y ahora que la actualidad la sitúa en los papeles, me divierto leyendo como recibe latigazos por su gestión al frente de la Biblioteca Nacional (que si despidos improcedentes, que si expone sus obras completas en posición de privilegio dentro de la librería de la institución, que si tal, que si Pascual...). Además, coinciden estos escándalos con la publicación de un libro de relatos suyos que promete ser cosa fina: machos machistas, mujeres agredidas, inmigrantes angelicales y en este plan.

Rosa Regás es un caso canónico de una tipología detestable: Los que pretenden hacerme sentir mal debido a que ellos viven muy bien; privilegiados con complejo de culpa que emplean su discurso político como una suerte de exorcismo personal. Esta catalana, habitual entre el pijerío de Pedralbes, veraneante en Cadaqués de toda la vida y que contrata un sequito que le abra las ostras en su festín navideño, resulta ser también uno de los máximos representantes patrios del estalinismo. No contentos con detentar una posición de privilegio que los mantiene aislados de realidades más jodidas, nos torturan con un discurso que a falta de datos se articula a base de fabulación.

Tomemos por ejemplo el asunto de la inmigración pues atacaba especialmente mis nervios: Una ciudadana cuya vida ha trascurrido en barrios residenciales y que, probablemente, lo más cerca que ha estado del “drama de la inmigración” fue cuando unos polacos le parchearon la piscina, daba la turra de tal manera que parecía hubiera desembarcado en la Costa Brava a bordo de una patera. En su discurso dibujaba al inmigrante como un ser prístino semejante al buen salvaje de Rousseau, abocado a la corrupción una vez arribaba en nuestras playas. Los delitos cometidos eran consecuencia del contacto de estos, diríamos, seres de luz con la perversidad de nuestra sociedad de consumo. Despachándose con tan mágica explicación, exoneraba a unos de la responsabilidad que exigía al resto con inusitada beligerancia. En su maniquea concepción del mundo no entraban ideas como la del choque de costumbres o la infinita capacidad del hombre, abocado a la miseria o no, para desarrollar el mal; esto último era al parecer dominio exclusivo del presidente de los EE UU. Servidor, que tiene asuntos más urgentes que atender, escuchaba las diatribas de la energúmena con una mezcla de estupefacción y cabreo.

Siendo este país como es, imagino que el linchamiento de que ahora es objeto en columnas y suplementos culturales responde antes a envidias, cuitas y ajustes de cuentas que a otra razón. Una injusticia en toda regla, vaya. Pero, habiendo como hay tantas causas que pelear, ahí se las componga. Que farem.

4 comments:

Anonymous said...

MAGNÍFICA bitácora la de hoy, amigo Mario, francamente me ha encantado.
Esta tía detestable no es la primera vez que entra a lo grande en un blog, copio y pego:

"La gauche divine.

Existe esa izquierda divina, etérea, que lo mismo que son de izquierdas podrían ser del Alcoyano. Son de izquierdas en cierta manera por pose, y jamás se han planteado por qué. Los conceptos libertad, dignidad, igualdad, solidaridad, sólo son bonitos si salen de su boca, pero no se paran a pesar sus contenidos, ni, por supuesto, se los plantean en sus actos cotidianos. Ayer llegó Rosa Regás para presentar un libro y con su pelo rojo y su estupenda masía en el recuerdo me preguntó si tenía "ese libro que han escrito sobre los hijos de puta de la COPE, el de las barbaridades". Por supuesto, Rosa Regás no se planteó que o bien yo podría ser oyente de esa emisora, o que alguien de mi familia pudiera trabajar allí. Yo puedo opinar cosas similares sobre la COPE, pero eso no le da derecho a la señora Regás a insultar sin saber quien soy yo, ni de donde vengo. Pero la cosa aún fue a más, porque después de darle el libro, la señora Regás como las marquesas de antaño procedió a darme el dinero que vale, perdón, que cuesta. Mientras yo le decía que "eso se paga en caja" y con el director de la librería detrás, la señora Regás me dijo que a mi "no me costaba nada subir y pagar el libro". Pues no, en efecto no me costó nada, pero sabe dios que si no llega a estar el director detrás o le digo cuatro cosas sobre el trabajo asalariado, la burguesía y sus límites o me quedo el dinero de la venta. Esa es nuestra izquierda divina, que se permite el lujo de darnos lecciones de moral y de dignidad política desde los púlpitos. La revolución de los pequeños gestos cotidianos, esa cuenta pendiente de la izquierda."
Fuente: http://purnasenozierzo.blogia.com/2005/120201-la-gauche-divine..php#comentarios
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En resumen creo que viene a decir lo mismo, que esta millonaria de toda la vida combate a sus amigos ricos con la misma vehemencia con la que se caga en los pobres, en su vida privada.

Asco de gentuza.

Mis felicitaciones.

mario said...

Agradezco la aportación, señor. Uno de mis pasatiempos favoritos es cultivar mis fobias.

Miguel B. Núñez said...

¡Has estado sembrado! ¡¡¡jajajajajaja!!

¡¡Ya sabes lo mucho que apoyo tu visión de este tipo de personajes relamidos y acomodados en su papel de "buenos"!!

¡Viva el mal!¡Viva el capital!

Raquel Márquez said...

Pero qué bien que te hayas animado a hacer el blog, qué gustazo cada vez que paso por aquí. Ole.