Wednesday, July 28, 2010

MUJERES, TRABAJO Y OTRAS DESDICHAS

Lo observo con preocupante frecuencia: parejas que se deshacen a mi alrededor porque él no es demasiado bueno para ella; o eso dice con expresiones tan retorcidas como “necesito admirar a mi pareja” o “no tienes bastante ambición”.

Sin llegar a los extremos de defender que somos dos especies distintas, como expresa Luis Racionero en su biografía, me parece que la actitud femenina que nos ha tocado capear es uno de los elementos más reveladores del signo de los tiempos que corren.

Sin ningún ánimo científico, suelo pensar en la época de las cavernas: aquella en que el hombre salía de caza mientras que ella se quedaba al cuidado de la prole. Motivos de complexión y de dotación biológica parece que hacen lógica tal distribución del trabajo. De tal modo, el cerebro masculino se curtió en el pragmatismo: lo importante era cobrar la pieza sin arriesgar demasiado el pellejo. El de ella en este sentido evolucionó hacía lo desiderativo: a fuerza de esperar, confiaba en que su macho regresara con la mejor de las piezas posibles (pero tenía que conformarse con lo que fuera).

Es evidente que los humanos tendemos a cruzar nuestra dotación genética con la mejor que el azar ponga a nuestro alcance. Ocurre que ahora los factores que garantizan la supervivencia han cambiado muy mucho y un ingeniero esmirriado y gafotas puede asegurar mucho mejor el sustento que un cachitas de piscina. Primer elemento de desubicación.

El otro es lo que se podría titularse como la mayor estafa del capitalismo del siglo XX: la incorporación de la mujer al trabajo. Favorecido por los procesos de industrialización e informatización se ha creado un marco laboral en el que la mujer puede mirar a los hombres de tu a tu. Toda esa fuerza productiva que, en caso de guerra se movilizaba por necesidad, se ha ido incorporando, casi duplicando la mano de obra disponible en unas cuantas décadas. Alentadas por un falso espejismo de independencia se ha llegado a que se necesiten dos sueldos donde antes bastaba con uno.

El cerebro femenino ha cortocircuitado al enfrentarse en tan poco tiempo a cambios tan radicales y de paso nos está volviendo locos a sus contrarios. Hay muchas razones para defender tanto la cría de la prole por parte de la madre sin menoscabo de su estatus. Lo digo sin un ápice de misoginia y estableciendo una comparativa sicoanalítica. Si el espacio público (la calle por ejemplo) equivale al consciente, el íntimo (el hogar) lo hace al subconsciente. Y todos sabemos que antes las mareas subconscientes es difícil muy difícil pelear. De modo que del matriarcado hemos pasado al vacío de poder en el hogar que está propiciando toda una generación de vándalos irrespetuosos.

Desmantelamiento de los roles femenino y masculino, descenso salarial y desestructuración del ámbito privado. La carambola perfecta para otorgar los permisos de demolición del sistema.

Tuesday, July 20, 2010

CONTRAINDICACIONES

Leido el prospecto de un medicamento antidepresivo: "Puede aumentar los pensamientos suicidas". ¿A quién es el gracioso que se le ocurre recetar esto ? Giro la cabeza y leo el "Fumar acorta la vida" de mi paquete de cigarrillos y me entra la risa.

Thursday, July 08, 2010

ERAMOS UNOS NIÑOS

Cuando abrí el regalo de cumpleaños de mi amiga Marnie, intenté disimular el gesto de disgusto: El libro “Eramos unos niños” de Patti Smith. Es evidente que es un referente: madrina del punk la llaman los tópicos, jipismo tardío me parece más adecuado. En “Por Favor Mátame” la ineludible crónica del punk neoyorquino (porque el punk surgió en N.Y. pese a lo que digan en el programa de Gemma Nierga) se pasa de puntillas por su figura y sus únicas declaraciones oscilan entre lo borde y lo pedante.

Hace no mucho me regalaron una entrada para verla actuar en directo en La Casa Encendida (lugar donde misteriosamente la mejor programación se menoscaba; debe ser por el ambiente de élite bastarda que se respira entre sus muros. Me aburrí hasta en el concierto de los Wire, qué cosas). Para colmo hicimos cola justo detrás de Benjamín Prado; aquello no podía pintar peor. Una vez dentro no dejaban fumar y la Smith desgranó con energía sorprendente un repertorio de highlights de apenas tres cuartos de hora porque en realidad había venido a Madrid a otra cosa: a presentar una retrospectiva sobre su adorado Rimbaud. A mí Rimbaud como que ni fu ni fa, así que se podía haber ahorrado los poemas. No me canso de repetir que NO hay por qué ser absolutamente moderno. Total , que le puse la crucecita en la casilla de “Otro mito visto. No repetir, salvo que ligué con una poetisa”.

El caso es que mi amiga me entregó con el libro uno de esos tiquets regalo que delataban la inseguridad en su apuesta. Aquella noche no daban nada ni mediano por la tele así que me puse a leer unas páginas con la intención de descambiar el libro a la primera ocasión.

La cosa va de una adolescente Patti que abandona su vida de provincias para ir en busca del ARTE (¡horror!) a la Nueva York de los setenta, allí traba relación con un artista indefinido (se pasa el día entre pinturas, collages, poemas y performances varias, aunque al final el tipo destacará por sus fotos) con el que entabla una de esas relaciones que devienen amistad con derecho a revolcón. Tampoco abunda en detalles sicalípticos porque al poco Robert Mapplethorpe trabajando de chapero gay, descubré su autentica vocación sexual.

La cosa es que, contra todo pronóstico, me he terminado el libro sin esfuerzo y me ha caído muy bien esa ingenua Patti Smith que deambula por las calles del Bowery sin un centavo, entregada a la búsqueda del ARTE con una fe en sí misma que ya la quisiera yo para mí. Vale, que si me entregaran el Delorean de Regreso al Futuro y apareciera en las fechas del libro me iría a ver un concierto de Blondie antes que una de sus obras con Sam Shepard pero, qué quieren, me ha resultado tierna y romántica esta historia de amistad y pérdida de la inocencia. Tal vez, porque tengo la sensación de que la mía peligra seriamente.