Wednesday, May 23, 2012

REUNIÓN DE TRABAJO


Estoy en otra jodida reunión y tengo enfrente a un tipo que, dicen, es MUY importante. El menda no para de gesticular como un político y cada frase grandilocuente que escupe me tengo que morder los carrillos para contener la risa, mientras pienso: “¡Por dios, estamos hablando de bolígrafos! (otra vez)”.

“Que si el logo aquí, que si el logo allá, que si el logo acuuuuullaaaaa….”.  La voz del hombre IMPORTANTE se vuelve lánguida igual que un vinilo a pocas revoluciones. Su discurso se me hace ininteligible, aunque el resto de  presentes permanecen impertérritos, anotando en sus libretas como si les estuvieran desvelando el secreto de la juventud eterna: El Santo Grial; pero no: seguimos hablando de merchandising, o seo creo.  Me da por recordar que mi padre  robaba bolis en su trabajo en el Monte de Piedad (hoy Bankia, con “k”. Son unos punks, eso está claro: Y han declarado su particular No Future). Mi hermano y yo cursamos toda la E.G.B. con aquellos putos bolis del oso verde que hoy, seguro, resultan lo más retro pero entonces fueron nuestro estigma. La letra escarlata del despertar de mi conciencia de clase: Ni muy ricos ni muy pobres, pero jamás con un estuche Pelikan de aquellos que semejaban una tartera.  Condenados a seguir la estela de nuestros padres y quemar la existencia mangando bolis y folios de la oficina. Y no consigo explicarme  qué extraño vericueto de la vida me ha llevado a sentarme en esta sala de reuniones, rollito art decó.

El tipo MUY IMPORTANTE  me mira y yo me acojono porque ¡se está derritiendo! Los pliegues de piel comienzan a descender y apelotonarse desmoronándose desde sus sienes, por sus mejillas, su papada...  Igualito que aquellos nazis al final de En Busca del Arca Perdida. Mantengo el tipo porque es evidente que son imaginaciones mías y si no es así, porque paso de acabar en el psiquiátrico. Me levanto y pregunto si alguien más quiere un vaso de agua. Cuando me acerco a la máquina escucho  esa suerte de zumbido infinito que seguro son  mensajes subliminales: “sucumbe, vuélvete dócil, todo será más fácil…”. Me viene a la cabeza el indio aquel de Alguien Voló Sobre el Nido del Cuco y me entran ganas de lanzar la máquina contra la ventana y saltar por ella, porque, a la postre, hemos conseguido hacer del mundo un inmenso manicomio.  Al final finjo  un  trago (estoy seguro que al agua le echan prozac o alguna mierda semejante), vuelvo  a mi sitio y de camino, sin que nadie lo observe, me meto un boli en el bolsillo. 

Tuesday, May 22, 2012

DEL ESFUERZO Y SU PERCEPCIÓN

Se lo expliqué a mi amigo Óscar un día en que, con su largometraje bajo el brazo, me decía que aquello era  un regalo: "¿Regalo? ¡Una leche, tío! ¿Cuántas horas de trabajo e insomnio te ha llevado llegar hasta aquí. No solo filmarlo (que ya es) sino alcanzar la posibilidad de hacerlo... ¡A ti nadie te ha regalado nada!".

Me he enfrentado los últimos días con un serio dilema  entre aceptar el flujo de la vida o intentar marcarlo a fuerza de voluntad. Como firme defensor de la Ley de proyección, el universo no nos devuelve sino lo que nosotros proyectamos sobre él. Pero sucede con frecuencia que nuestros deseos no responden sino a patrones sociales o educativos que nos conducen por sendas equivocadas . Este es el motivo de que esta Ley nos resulte tan antipática: pues nos negamos a encajar que  estemos convocando según qué circunstancias y energías.

He descubierto un buen método para salir del atolladero y es la percepción del esfuerzo. Volvamos al caso de Óscar: incapaz de considerar su titánico esfuerzo en el celuloide  pero que regresaba derrotado cada tarde  tras otra jornada matando el tiempo en una oficina. Aquí podríamos meternos en harinas de motivación, recompensa del esfuerzo y bla bla bla... No lo voy a hacer pues ya me adentré por ese camino y no encontré respuestas convincentes. Pero resumiendo: si tanto peso tiene en nuestra especia la valoración del grupo, por qué algunos encontramos tan placenteras actividades que compensan tan poco en este sentido o directamente, estamos dispuestos a rechazar el asentimiento de la manada en aras de un dudoso destino. 

No tengo aún respuesta que pueda hacerse pública sobre este asunto pero si estoy convencido de que antes de fluir hay que pulir. Sin esa limpieza nos atascaremos contra los residuos del miedo, las mentiras o el resentimiento y el efecto espejo nos devolverá un universo deformado e insatisfactorio. Hecho esto, ya podemos izar las velas y lanzarnos con toda la energía en pos de aquello que la vida nos traiga  porque siempre será una bendición.

Friday, May 11, 2012

TRASCENDER LA SUPERVIVENCIA


La estrategia sería perversa si no fuese porque no sigue otro patrón que la ignorancia: mantener a la población anclada al pánico de la supervivencia para que no se dedique a pensar en lo que están haciendo con sus vidas. Es el último cartucho de unos poderes a los que ya solo queda la pólvora mojada de sus privilegios de tiempos pretéritos.

Cualquiera que se tome la molestia de indagar en los mecanismos del poder entenderá enseguida que este no se trata sino de una concesión. Por decirlo sencillo, el poder no se ejerce jamás sobre nadie sino que se recibe de ellos. Todo lo demás son entelequias: estructuras orquestadas para evidenciar lo que no es.

Como siempre, el problema y su solución está dentro de nosotros. Y es tan sencillo (vale, o tan difícil) como dejar de creer lo que nos han hecho creer. Como en esas pelis de terror en las que dando la espalda al monstruo este pierde toda su fuerza; si fuéramos capaces (realmente capaces) de dar la espalda al sistema de creencias que nos inculcaron se terminaría nuestro sufrimiento.

Arruinarse, perderlo todo, es fantástico: Te regala la lección de que no hay nada que perder. Salvo la vida y quizás ni eso.

¿Qué sentido tiene seguir luchando por nuestros derechos a qué? A levantarnos a las seis de la mañana, a entregar nuestras energías a unos pobres cretinos insaciables de ambición, a defenestrar nuestro ánimo y llegar a casa exhaustos justo cuando nuestra vida debería comenzar, a negarnos el disfrute  de un amanecer pensando que llegamos tarde a un curro que detestamos, a transigir con relaciones vacías solo porque nos enseñaron que es necesario el  otro para sentirnos completos,  a reír chistes groseros y renunciar a cumplir nuestros sueños a cambio de tres raciones de rancho diario... ¿No merece la pena intentar trascender la supervivencia?

Tuesday, May 08, 2012

LOS DE LA AMBICIÓN


Creo que el universo como un reflejo de nosotros mismos. Por eso practico un método de autoconocimento consistente en observar mi entorno para descubrir cuáles son la clase de movimientos estoy generando, consciente o no de ello. Y sin lugar a dudas el mensaje que me trae la vida en este momento es el de la ambición.

Siempre me gustó la descripción que hizo  Baroja de sí mismo  como “hombre humilde y errante”. Sin embargo, de un tiempo a esta parte no terminan de surgir a mi alrededor proyectos  impulsados por el viento de la ambición y no puedo sino preguntarme por qué.

 La ambición es el deseo de conseguir algo, mejorando lo presente. El matiz peyorativo que posee creo que es producto del signo de los tiempos, el zeitgeist famoso: La codicia (ambición sin objeto) ha sido tal que lo ha anegado todo...

Somos seres “deseantes”. De otro modo nuestra supervivencia se habría visto en entredicho hace mucho. Al contrario que otras especies, nuestra  principal ventaja  evolutiva reside en la capacidad de abstracción, esto es: el manejo de  nuestra energía hacia un objetivo diferente del original. Este  es el origen de la creatividad.

Generar  y enfocar tal energía hacia objetos  que nos permitan alcanzar cotas más altas es algo que llevamos haciendo durante toda nuestra historia;, por tanto me resisto a pensar que esta actitud pueda resultar perjudicial de por sí.  Lo que sucede es que, como en tantas otros aspectos,  nos pasamos de frenada o enfocamos nuestra energía en direcciones impuestas o heredadas que no nos son afines. La felicidad impostada tensa y se rasga como la ropa de una talla menos. Moralistas, filósofos y aún místicos se han hartado de explicar que el secreto no consiste sino en conocer nuestro interior.

“No estamos en esto para sufrir”, ese simple pensamiento  fue la chispa  capaz de invocar la luz en alguno de los momentos más tenebrosos de mi vida y sigue alumbrándome a día de hoy. Por eso he esquivado muchos de los caminos que, se me antojaba, no conducían sino al tedio. No entregarme a una existencia pastueña y en habiendo rancho caliente tres veces al día, renunciar a algo más.,  Estamos aquí para algo más que vegetar mientras esperamos a descubrir si después hay otra vida. Son tiempos de coraje.