Monday, December 26, 2011

MANTENERSE FIRME

Imagino la vida, cada día más, como un juego de azar que no lo es. Sobre el tablero una serie de números sobre los cuáles todos hemos realizado apuestas. Al parecer quien lanza la bola no es del todo honesto y favorece a los que han depositado sus fichas sobre ciertos números, que el tipo te sopla en el reservado a cambio de una comisión. Sin embargo, algunos nos negamos a entrar en el reservado, no por el hecho de pagar un peaje sino porque pensamos que al tipo le huele demasiado mal el aliento y porque creemos en la justicia del azar y en que cualquier intento de manipularlo está destinado al fracaso.

El croupier lanza la bolita y una vez más, observas como cruza una sonrisa cómplice con los de siempre que vuelven a hacer caja mientras uno se pregunta qué sentido tiene mantenerse firme en su apuesta. Por qué no agachar las orejas, franquear la entrada del reservado y salir de allí con la combinación que te permitirá invitar a champán al resto de la mesa. Ellos lo están deseando: Doblegarte, contarte entre los suyos, demostrar que tu moral se debía tan solo a un error de cálculo. Pero por algún absurdo motivo, que algunos ya califican de defecto genético de percepción de posibilidades, te mantienes firme y sigues soñando con tu jugada....


Friday, December 23, 2011

LA CEGUERA DE MARCOS

Muy de niño, su familia sufrió un terrible accidente y Marcos fue testigo del cadáver de sus padres. Aquella imagen le causó tan hondo dolor que el niño decidió cerrar los ojos por el resto de sus días.

Prescindiendo de su visión, los primeros años de Marcos fueron muy difíciles.De continuo, tropezaba con objetos o era incapaz de localizar otros, hasta que optó por apenas salir de su cuarto, donde se encontraba confortablemente ciego.

Pasaron los años, hasta que un terremoto sacudió la ciudad, devorando, entre otros muchos, el hogar de Marcos. Desorientado y aturdido, el ya no tan niño, trató de mantener su ceguera pero fue imposible hacer frente a la nueva situación. Después años de oscuridad, le costó trabajo acostumbrar sus ojos a la visión: la luz le dañaba y era incapaz de enfocar bien los objetos. Sin embargo, cuando pudo evaluar su entorno, percibió que apenas presentaba unas magulladuras en comparación con todo el dolor y la devastación circundante. Marcos era necesario en las tareas de ayuda con todos sus sentidos bien despiertos.

Saturday, December 17, 2011

MI EMERGENCIA ESPIRITUAL

Cualquiera que tenga el valor de seguir este blog, habrá notado que llevo unos meses indagando en los sentimientos y experiencias de trascendencia; encadenando cada vez más y más, conceptos que llegan desde los lugares más dispares, ilógicos y casuales del saber humano. En mi descargo, solo puedo decir que ¡yo no quería! No ha sido algo buscado ni intencionado. Pero una vez se produce el encuentro (más bien, encontronazo) con lo trascendente ¡a ver qué hacemos con ello! Ya me he pegado bastantes meses como un San Manuel Bueno Mártir a la inversa.: Negando la mayor, repitiéndome "son imaginaciones tuyas, la religión es el recurso de los cobardes o yo soy ateo por la gracia de dios". Pero no había manera... y he tenido que replantear mi existencia en nuevos términos (previa demolición de un racionalismo científico trasnochado, en el que aún andamos...). En otra entrada, ya os contaré la ruta que nace del sentimiento de pertenencia, pasa por recuperar la conexión con tu especie y llega al de trascendencia y por tanto de divinidad, porque ha sido uno de los follones más gloriosos en los que me he visto inmerso en mi azarosa vida.

El caso es que andaba pensando últimamente que las religiones no dejan de ser soluciones estandarizadas al anhelo espiritual. Es evidente que este sentimiento es universal, y servidor siguiendo postulados kantianos, pensaba que ahí terminaba el problema: En un juego de la mente, una engañifa de los sentimientos o una simple necesidad de creer. Evidentemente, mi opinión ya no es la misma: Al punto de considerar que el epicentro del colapso este modelo de sociedad post-industrial (antes incluso que la anacrónica organización del modelo laboral del que derivan el resto de estructuras) será la negación de una respuesta para las necesidades espirituales de sus ciudadanos.

No soy de los que consideran a Antonio Marina un intelectual (por mucho que anhele el título de pensador creativo). Sin embargo, es un buen divulgador: ha tenido tiempo y le gusta leer mucho y bien (tengo un gran respeto por los divulgadores, conste). Por eso, cuando hay algún tema del que me apetece obtener una visión global me parece recomendable acudir a sus manuales, antes que a otros más genéricos.

Por fortuna, su Pequeño tratado de los grandes vicios es, según su propio autor, un libro menor. Casi una disgresión de su "obra magna". Y es muy de agradecer porque va al grano y con bastante soltura sobre el tema de los vicios/virtudes. Y me ha servido para integrar mi teoría acerca de la coincidencia de las necesidades cuerpo/alma. Tenía que demostrarle al pagano que me habita, el error de empeñarse en postulados materialistas que explican cualquier regla o mandamiento en función exclusiva de orden y organización social.. Y ha sido gracias a la genealogía de los vicios que traza Marina que he alcanzado un acuerdo conmigo mismo.

Contra la corriente del pensamiento correcto (y en el mismo saco incluyo al banquero cuya codicia nos vende un espejismo de prosperidad,al mandatario soberbio que ignora su deber de servidumbre, el libertino que mancillando se mancilla o la perversión del religioso que olvidó su misión), la gran noticia es que lo que conviene al alma concierne al cuerpo y viceversa. El único camino de perfección posible liga irremediablemente lo terrenal con lo espiritual, pasando por lo moral, pues cualquier movimiento en uno de los frentes salpica y modifica al otro. Da igual que decidamos poner el foco en uno u otro lado, ambos se verán afectados y caminarán a la par.

De ahí, mi conclusión, a la luz de una panorámica de la permanencia de lo que, en los diferentes sistemas que hemos constituido, hemos considerado bueno los humanos. No es tanto que admiremos una serie de valores y anatemizemos otros en función de las circunstancias, sino que edificamos sociedades en función de un patrón universal, adaptándolo al medio que nos va tocando en suerte. Y yo a ese patrón he decidido llamarle ALMA. Ahí lo lleváis.