Tuesday, January 30, 2007

DISTURBIOS

Según se han empeñado en publicitar los medios de comunicación, hay disturbios en el pueblo de Alcorcón. Una vez más la cantidad de espacio a rellenar en informativos, debates y tertulias propicia la invención de fenómenos que no son tales. Los periodistas harían bien en seguir el ejemplo de Carlos Pumares que, en cuando notaba que no había nada que rascar, pinchaba el Riders On The Storm o el Bolero de Ravel, dando por terminado su programa de radio.

Porque una refriega entre macarras de barrio no me parece noticia para abrir informativos y desplegar corresponsales como si aquello fuera Sarajevo. Escuchando las crónicas sobre la nada, durante las numerosas conexiones en directo, no pude evitar acordarme de Guy Debord, aquel situacionista tan espeso como lúcido, y sus tesis acerca de cómo se autoalimenta el espectáculo. Al final, la chavalada comprendió que el autentico enemigo a batir eran los medios de comunicación y la emprendieron a pedradas contra los periodistas. No son maneras, pero admito que me reí un rato.

Y es que ya resulta cansino tener que asistir cada semana al nacimiento de un nuevo fenómeno que al cabo estalla como burbuja. Las palizas del recreo son ahora el preocupante “bulling” y el frío invernal nos lo presentan como cambio climático y, al parecer, nunca antes hubo peleas entre pandilleros. Pues vale, tíos.

Sunday, January 28, 2007

SALDOS ARIAS

Observando la avidez con que nos lanzamos de compras durante el periodo de rebajas, me surge la duda de si no habrá en ello una parte de adiestramiento en el consumo de productos devaluados.

Friday, January 26, 2007

INTERVIÚ

- Y para concluir esta entrevista ¿cuál considera su peor defecto?
- Lo cierto es que carezco de ellos.

“Vanidad” apuntó el reportero en su libreta.

Tuesday, January 23, 2007

DELIRIOS

Las personas cuya situación mental no se ajusta a la realidad son calificadas como dementes. Dependiendo del grado de disociación, las sociedades arbitran diferentes medidas, de control, marginación, exclusión o eliminación. Dentro del perfil de sociedad-sanatorio al que nos dirigimos, donde cada vez más aspectos humanos serán sometidos a regulación, es frecuente olvidar que la realidad, desde sus capas más profundas, no es sino consenso. Y basta cambiar el contrato social para alterar la realidad.

Ser estigmatizado como “loco” no es algo que parezca deseable, a priori. Sin embargo, pienso que el único modo de avanzar, de rebelarse, de escapar del carril, es flirtear con la locura, con lo anormal, con lo extraño. Quizás en ello resida mi fascinación y deuda con los surperrealistas: Mentes preclaras, capaces de colocar sobre el mantel que arriba y abajo son sólo un acuerdo y que es nuestra la potestad invertirlo.

Las épocas de transición me resultan especialmente clarificadoras al respecto. Todo el que acepta vivir en sociedad asume cierto grado de mascarada; pero es cuando decidimos abrir otra etapa que se revela, en su plenitud, el grado de ficción que consentimos a diario. Por momentos, tus ideas se instalan en el siguiente escalón, pero el cuerpo permanece amarrado al anterior cumpliendo una delirante condena.

En fin, paciencia. Sólo espero no terminar ingresando en el cotolengo.

Sunday, January 21, 2007

THE LONG BLONDES

Hace no mucho (últimamente de todo lo que recuerdo han pasado diez años), cuando escuchaba un disco, prestaba atención en busca de algún rompe-pistas que incorporar a las estupendas sesiones de DJ López + DJ Vázquez. Hoy, al escuchar el disco de The Long Blondes, mi primer pensamiento fue: “Este disco es de puta madre como banda sonora para las labores domésticas”.

Thursday, January 18, 2007

SUEÑOS HUMEDOS

¿Cómo era posible que, en casi siete años compartiendo despacho, nunca hubiese reparado en ella? Al menos en ese sentido. No fue hasta que se presentó aquel incómodo sueño erótico que descubrió cuanto le atraía aquel cuerpo menudo. Así, había dejado de molestarle su costumbre de pensar en voz alta o la manía de tocarle cada vez que compartían un café. Incluso le poseía cierto pánico al pensar que ella pudiera declinar su invitación a cenar.

Tuesday, January 16, 2007

PRENSA ROSA

Si tiene algo de bueno pasar largo rato en un hospital es que puedes empollarte el Diez Minutos, el Pronto, el ¡Qué Me Dices! o el Mondo Sonoro, sin sentir remordimientos por la perdida de tiempo.

Monday, January 15, 2007

STOP

Y como no todo van a ser tragedias, me complace anunciar que, por fin, estoy en paro. Era uno de esos frentes que llevaban meses languideciendo y cuya solución me traía por el camino de la amargura.

Cumpliendo, con cierto retraso, los plazos que limitan mi vida laboral a unos cuatro años de prostitución por cliente, ha llegado el momento de pasar a otra cosa. Esa majadería luterana de que “el trabajo dignifica” es sólo una coletilla más con la que pretenden adocenarnos; pura propaganda. Siempre he sido un mercenario y el único valor que le otorgo a mi trabajo es el de la nómina que me ingresan a mes vencido. Pero llega un momento en que ni siquiera la nómina compensa tal pérdida de tiempo y necesito airearme. A esa situación llegué hace unos meses, desde entonces estoy esperando que se materialice una reestructuración para la que no he dudado en promocionarme. La fortuna me ha favorecido y abandono el tajo vía ERE, lo cual garantiza que podré seguir pagando las facturas, al menos a medio plazo.

Debería sobrevolar sobre mi cabeza cierta incertidumbre pues, salvo que acierte una lotería de esas que no juego, antes o después regresará el problema. Pero, como inconsciente de manual que soy, por lo pronto viviré sin que ningún despertador me marque el ritmo, trataré con la gente que realmente me apetece y desperdiciaré el tiempo a mi antojo. Mi máxima preocupación será cómo seguir actualizando esta página una vez fuera de la oficina.

ENFERMEDAD

Rendida la esperanza en la salud, las enfermedades se transforman en procesiones.

Friday, January 12, 2007

OMEGA MAN

Entre mis múltiples rarezas se encuentra el gusto por las ciudades vacías. Disfruto del paisaje que presentan a primera o última hora, cuando aún no han sido invadidas por sus habitantes. Me encantan las calles desiertas, con su aire fantasmal y el ruido de fondo, como el ronquido de una bestia durmiente que fuera a despertarse en cualquier momento. Durante los años que viví en la periferia, lo que más echaba en falta eran los paseos de vuelta a casa a horas intempestivas, tras una noche de farra.

Me resulta impagable el placer de aterrizar temprano en una ciudad desconocida, igual que un invasor que intentara sorprender a su enemigo con la guardia baja.

Recuerdo con especial cariño mi primera visita a Barcelona. Hacinados en un autobús-patera, cuyo conductor era devoto de Medina Azhara, nos descargaron en la estación de Sants aún de noche. Yo me derrumbé de inmediato en uno de los asientos de la estación, entre inmigrantes que huían del frío, incapaz de moverme después de ocho horas de insomnio y estrecheces. Por fortuna, mi amiga se vino arriba y al rato regresó con información y un plan de ataque. Me arrastró hacía los subterráneos y nos imaginé como dos virus infectando el sistema circulatorio de un organismo gigante.

En otra ocasión, emprendí un viaje en solitario hacia Asturias para alejar el recuerdo de un mala etapa recientemente cerrada. Descendí del autobús en Luarca, era muy de mañana y el pueblo aún no se había despertado. Deambulé buscando alguna cafetería pero me despisté hacía la ría atraído por el aroma de la playa, una bandada de gaviotas salió a recibirme y, entonces, gocé de la rara certeza de hallarme en el lugar que me correspondía.

Tuesday, January 09, 2007

MINIATURAS

La otra tarde, acudía a comer con alguien cuando hube de detenerme, hipnotizado, ante el escaparate de una papelería. Allí se exhibía una colección de miniaturas que reproducía, al detalle, atracciones de una feria de principios del siglo veinte. Las luces de colores y el sonido de la música, amortiguado por el cristal del escaparate, me hicieron envidiar a aquellas figuritas que giraban y giraban en una espiral de alegría que sólo un corte eléctrico podría detener. Pero, al poco, sentí mareo. En realidad, nunca me han gustado las maquetas, los androides me dan mal rollo y pánico los muñecos de cera.

La exposición, trajo a mi memoria uno de las mejores novelas del año pasado: El Coleccionista de Almas Perdidas, escrita por Irene Gracia. El libro nos introduce en la genealogía de los Chat, centrándose en el personaje de Anatol, cuyo padre se enamoró al confundir a su esposa con un autómata. La familia es el testimonio del precio que alcanza tornar la vida en simulacro.

La vida es gozosa, pero también duele. Por ello se extiende la costumbre de esquivarla. Y los hobbies son una manera estupenda de hacerlo porque, además de entretener el tiempo, convocan un espejismo capaz de reemplazar la realidad si se administra con prudencia. Y prudencia suele ser una de las principales virtudes del aficionado a construir maquetas. Son ganas de constreñir el universo para alcanzar una ilusión de control sobre algo definitivamente ingobernable.

Sunday, January 07, 2007

MARÍA ANTONIETA

Menuda pijada de película.

Thursday, January 04, 2007

LOLO SE LO PASA GUAY JUGANDO SOLO

Cuando su tío le compró un globo en la Plaza Mayor, lo liberó de inmediato sin atender a como se perdía en el cielo. A Lolo no le gustaba nada mirar hacía arriba; con seis años ya había comprendido que desde lo alto solo recibía gritos, reprimendas y capones. No le interesaba nada lo que ocurría más allá de su flequillo.

Prefería mirar al suelo donde encontraba un mundo fascinante poblado por lombrices y hormigas. Y donde habitaban también sus soldados de plástico, cuya diminuta estatura nunca fue obstáculo para que cumplieran las más audaces misiones.

Por eso sufría un terrible berrinche cada vez que su madre le arrastraba a la tienda para comprarle unos pantalones cuando los viejos le quedaban pesqueros.

Tuesday, January 02, 2007

¿QUÉ ME PASA, DOCTOR HOUSE?

Padezco el síndrome de las batas blancas, esto es, la sola presencia de un médico me pone a morir. Imagino que en el origen de dicha fobia se encuentra la maniobra que, siendo crío, urdieron, entre familia y galenos, para operarme las amígdalas: Sentaron mi inocencia en un quirófano y tras un tranquilizador “no te va a doler nada”, un bata-blanca introdujo unas pinzas metálicas hasta mi garganta, apretó con fuerza y arrancó el tejido, no con dolor sino con un dolor de la hostia. Para reparar el engaño intentaron sobornarme con helados que yo devoraba pensando “Me habéis visto el pelo por última vez, cabrones”.

Desde entonces, evito acudir a cualquier consulta que no sea la del dentista (al que considero antes albañil que médico). Soy de esos inconscientes que no se hacen chequeos porque estoy convencido de que cuando la salud se tuerce no hay quien la enderece y mi botiquín doméstico consiste en una caja de aspirinas sin abrir (posiblemente caducadas) y un tarro de miel para los catarros.

Pero mi manía no se ciñe a los médicos de carne y hueso sino que abarca también a los de ficción. Nunca he podido soportar series del estilo Urgencias, Hospital Central o Médico de Familia (aunque esta última debido a mi aversión por Milikito, en cualquiera de sus presentaciones). En cuanto aparece en pantalla una bata blanca, se activa un resorte que me impele a cambiar de canal. No quiero conocer los entresijos de unos profesionales que, igual que el famoso espía, poseen licencia para matar. Así, pueden imaginarse mi horror cuando, fuentes solventes, me recomendaron una teleserie rebosante de ingenio, cuyo protagonista era un trasunto de mi adorado Sherlock Holmes; sólo había un problema: trabajaba de doctor. Como el chaval que se asoma a una película de terror, reuní valor y encendí la televisión el día y la hora indicados...

Y ni puta gracia, oigan. No conseguí conectar con ese médico insolente, lenguaraz y más listo que Calisto (que tanto no lo será cuando en cada episodio está a punto de liquidar al paciente varias veces). Tampoco logré enterarme si los guiones son tan brillantes como dicen, porque habría que estudiar varios máster en medicina para discernir si las enfermedades que tratan son ciertas o nos la están metiendo doblada. Me hizo recordar aquella jerga científico-delirante de los tebeos de los Cuatro Fantásticos (la antimateria positrónica está creando una elongación en el continuo espacio-tiempo de magnitudes megacuánticas... y en este plan). Y, resulta fácil entender, que a un fóbico a las batas blancas, la idea de un médico cretino, como House, no le despierte simpatía sino instintos homicidas. O, como mínimo, el deseo de que, en el estado de indefensión en que te coloca una enfermedad, le atendiera un hijoputa como él.

FESTEJOS

Leyendo la prensa de año nuevo, y hecha la excepción del coyuntural atentado en Barajas, la noticia más destacada es la fenomenal labor de los diferentes servicios de limpieza. La desoladora conclusión es que las fiestas no son sino una excusa para la producción masiva de basura.