Sunday, July 06, 2008

LA MÁQUINA DEL TIEMPO

Desde su adolescencia, Otto vivía obsesionado con el paso del tiempo. Le disgustaba no poder detener los momentos de dicha y que durante las desgracias el tiempo siguiera su curso, sin darnos cuartel para reponernos. Tras finalizar la licenciatura en Físicas, empeñó todas sus energías en concebir un dispositivo capaz de detener el tiempo. Finalmente, las ecuaciones cuadraron y fabricó su máquina, pero los primeros experimentos arrojaron resultados inesperados: los momentos de felicidad prolongados no traían nueva felicidad, sino hastío; y las desgracias desembocaban en depresiones cuando el tiempo no ejercía su lenitivo trascurrir. Otto hubo de admitir que Cronos era el mejor regente posible.

15 comments:

Patrice said...

Para cuándo el teletransporte?
Eso sí que daría álgidos momentos de felicidad...

Melanconoia said...

Seguramente lo bueno de la felicidad es que es efímera.
Después se convierte en tedio.
Quién no me crea no tiene más que consultar el número de divorcios anuales.

mario said...

malancoloia... ¡la próxima entrada va por usted! A ver si saco un huequín que ya la tengo pensada y todo.

Miguel B. Núñez said...

Yo creo que los momentos de felicidad prolongados sí traen una nueva felicidad porque ser feliz no significa necesariamente caer en la rutina, siempre hay cosas nuevas que hacer y que pueden añadir felicidad a la que ya posees. De hecho para mí, la felicidad consiste en estar siempre atento, abierto y preparado para esas cosas nuevas.

Melanconoia said...

¡Oiga, un honor!, estaremos atentos, mientras tanto reivindico la melanconoia como estado al que aspirar.
¿Y si no todos nos encontramos tan a gustito en el camino a la felicidad?

Miguel B. Núñez said...

Yo estoy muy agustito siendo feliz... se lo recomiendo a todo el mundo.

Antes me creía el ser más infeliz y ahora veo que sólo era un payaso.

Raquel Márquez said...

Joer, Mario...

Melanconoia: si el número de divorcios anuales prueba que toda la felicidad se acaba, el número de matrimonios que siguen juntos hasta la muerte demuestra que la felicidad es eterna. Huy, un argumento que lleva a la contradicción, ¿por qué será? Ah, sí, debe de ser porque... ¡es verdadero! Claro, porque todo lo bueno es malo. Pues oye, ¡tiene sentido!

Yo siempre he estado a favor de que los infelices reivindiquen lo que quieran: para un momento en el que se sienten medio a gusto no se lo vamos a joder... ¡Disfrute su infelicidad con salud, hombre! ¡¡Diése el gustazo!!

mario said...

Advertencia: Este blog tiene más de pirueta intelerctual que de verdadero razonamiento.

Miguel B. Núñez said...

el circo de los razonamientos

Melanconoia said...

Raquel, del porcentaje de divorciados, ¿cuántos podríamos quitar que lo hagan obligados?
En cambio, del porcentaje de eternos casados, ¿cuántos quitamos que lo hagan obligados?...

Raquel Márquez said...

Hay que ver a lo que se puede uno agarrar para encontrar un poco de consuelo.

Sí hombre, sí, ya era hora de que alguien lo gritara a los cuatro vientos: ¡la gente se casa obligada todos los días! Qué gran injusticia. Yo no paro de conocer gente casada que no tenía otra opción, pobres... Sin embargo, los divorciados siempre son libres, modelos a imitar. Incluso la gente a la que su pareja ha dejado por otro o por otra, todos se han divorciado muy convencidos, ¿verdad? De hecho, coño, estoy pensando que debería uno poder divorciarse sin haberse casado, ¡así no habría riesgo ninguno de que algo saliera bien! Con estas cositas uno no es que sea más feliz, pero oye, está tranquilo en su miseria. Porque insisto, es un gustazo revolcarse en la infelicidad. Cuánta libertad, NADA que perder...

Ni que ganar, claro, pero eso es otra historia, mejor no pensar mucho en ello...

mario said...

Raquel, como ya demostró el moviento indie en los noventa, la felicidad no es "cool". Bien es cierto que aquellos eran unos perfectos cretinos y ustedes personas sensatas y "cool" sin proponerselo (que por otra parte es la única manera de serlo). De todos modos y estando de acuerdo con que el estado natural del ser humano es la felicidad, a veces se sufre el peso de las circunstancias y pretender que se debe ser feliz siempre y en todo lugar me parece un poco talibán y, en el fondo sospecho que es parte de un complot orquestado entre siquiatras y fabricantes de anxiolíticos.

Sigan usted y su señor tan felices, que siempre será un gusto seguir quedando a tomar cañas con ustedes. Y que les dure. Y si un día, dios no lo permita, dejan de serlo, aquí me tendrán hurgando en el lado chungo de las cosas. En realidad creo que una de las funciones de la literatura es esa y este blog no deja de ser un intento de ello.

Melanconoia said...

Pues nada, los casados y emparejados son felices y el resto no.

Eso si, solo hace falta escucharles hablar de su "media naranja" (cuando esta no está) para comprobarlo...

Y es que la paupérrima serie de José Luis Moreno sobre las parejas está basada en comportamientos marcianos.

Claro...

Raquel Márquez said...

Obviamente prefiero tener amigos felices que amigos cool, palabreja que entre nosotros nunca ha significado nada, porque está claro que como dices no nos lo proponemos: ni tú, ni Miguel ni yo. Yo estaba hablando de cosas importantes, por eso no nos estamos entendiendo (y no soy irónica:) porque tú seguramente no quieres hablar en profundidad, sino divagar, hacer piruetas, como tú dices.

En absoluto pienso que el estado natural del ser humano sea la felicidad. Y es más, no siempre currándotela la consigues. La mayoría de la gente tiene bastantes problemas.

Otra cosa que jamás he pensado es que hay que perseguir a los infelices o faltarles al respeto. Como cualquier persona inteligente supondrá, nadie es feliz todo el rato, y yo que he experimentado tanta infelicidad como cualquiera que tenga sentimientos no estoy en el grupo cerrado y autocomplaciente de los que se declaran "eternamente felices". Ese grupo, Mario, para mí es como Dios, si no lo he visto nunca, pensaré que no existe. A no ser que en lugar de observar la vida real nos tomemos los anuncios de compresas como un referente de la felicidad... Yo no lo hago, desde luego, soy realista.

No hablo de la felicidad porque no entienda la infelicidad, sino precisamente porque la he vivido, y no puntualmente, sino en larguísimas temporadas de mi vida, y estoy preparada para hacerle frente en el futuro... Porque no estoy aparcada en la felicidad. Queramos o no, nadie vive así. Todos estamos en el mismo barco de cambios, riesgos, miedos... La cosa es si en esos momentos en que estamos un poco a la deriva nos vamos a dejar convencer de que todo está perdido o vamos a echarle cojones.

Melanconoia, ¡eres tú el que uniste matrimonio con felicidad cuando sacaste el tema de los divorcios, no yo! Yo estoy convencida de que se puede ser muy feliz solo. A mí me funciona más con gente, pero conozco diferentes opciones que respeto y admiro, porque a mí me gusta la gente diferente, aunque tú presupongas que no. Quiero mucho a gente que me parece más tristona que yo, aunque reconozco que a veces cometo el atrevimiento de esperar que están un poquitín menos tristones gracias a mí (no hablo de Mario, nunca me he visto en la tesitura de tener que "animarle"...)

Lo que no me gusta es que den lecciones desde el odio. Y si tú quieres pensar que las parejas sólo se hacen daño los unos a los otros eres muy libre de estar solo, nunca te criticaría por eso. Lo que me cabrea es que andes pinchando a los demás. Este comentario tuyo:

"¡Oiga, un honor!, estaremos atentos, mientras tanto reivindico la melanconoia como estado al que aspirar.
¿Y si no todos nos encontramos tan a gustito en el camino a la felicidad?"

...es sencillamente rastrero. Eres un niño pequeño pinchando a otro porque tiene un juguete bonito: "Eh, oye, que hay otros que no tenemos juguete, ¿eh? Pero que sepas yo estoy muy a gusto aquí sin juguete. Seguro que tu juguete en realidad es una mierda, y además se te va a romper, a mí se me rompen todos".

Tal como yo lo veo, cuando el niño vaya madurando, si es que lo consigue, se dará cuenta de que eso no es inteligente. Algunos juguetes no los deseará para él y estará tranquilo. Y cuando vea un juguete que le gusta en manos de otro tratará de compartirlo en vez de pincharle.

Coño ya, jajaja.

mario said...

Bueno, bueno, uno jamás piensa que un sencillo cuento sobre el absurdo de intentar detener el tiempo diera para tanto. Está bien.

Por cierto, Raquel, que a mi no me importaría quedarme a vivir en el anuncio de compresas ese de las chicas correteando por la pradera. du-du-du-du-di-dum. Un besazo.