Thursday, July 08, 2010

ERAMOS UNOS NIÑOS

Cuando abrí el regalo de cumpleaños de mi amiga Marnie, intenté disimular el gesto de disgusto: El libro “Eramos unos niños” de Patti Smith. Es evidente que es un referente: madrina del punk la llaman los tópicos, jipismo tardío me parece más adecuado. En “Por Favor Mátame” la ineludible crónica del punk neoyorquino (porque el punk surgió en N.Y. pese a lo que digan en el programa de Gemma Nierga) se pasa de puntillas por su figura y sus únicas declaraciones oscilan entre lo borde y lo pedante.

Hace no mucho me regalaron una entrada para verla actuar en directo en La Casa Encendida (lugar donde misteriosamente la mejor programación se menoscaba; debe ser por el ambiente de élite bastarda que se respira entre sus muros. Me aburrí hasta en el concierto de los Wire, qué cosas). Para colmo hicimos cola justo detrás de Benjamín Prado; aquello no podía pintar peor. Una vez dentro no dejaban fumar y la Smith desgranó con energía sorprendente un repertorio de highlights de apenas tres cuartos de hora porque en realidad había venido a Madrid a otra cosa: a presentar una retrospectiva sobre su adorado Rimbaud. A mí Rimbaud como que ni fu ni fa, así que se podía haber ahorrado los poemas. No me canso de repetir que NO hay por qué ser absolutamente moderno. Total , que le puse la crucecita en la casilla de “Otro mito visto. No repetir, salvo que ligué con una poetisa”.

El caso es que mi amiga me entregó con el libro uno de esos tiquets regalo que delataban la inseguridad en su apuesta. Aquella noche no daban nada ni mediano por la tele así que me puse a leer unas páginas con la intención de descambiar el libro a la primera ocasión.

La cosa va de una adolescente Patti que abandona su vida de provincias para ir en busca del ARTE (¡horror!) a la Nueva York de los setenta, allí traba relación con un artista indefinido (se pasa el día entre pinturas, collages, poemas y performances varias, aunque al final el tipo destacará por sus fotos) con el que entabla una de esas relaciones que devienen amistad con derecho a revolcón. Tampoco abunda en detalles sicalípticos porque al poco Robert Mapplethorpe trabajando de chapero gay, descubré su autentica vocación sexual.

La cosa es que, contra todo pronóstico, me he terminado el libro sin esfuerzo y me ha caído muy bien esa ingenua Patti Smith que deambula por las calles del Bowery sin un centavo, entregada a la búsqueda del ARTE con una fe en sí misma que ya la quisiera yo para mí. Vale, que si me entregaran el Delorean de Regreso al Futuro y apareciera en las fechas del libro me iría a ver un concierto de Blondie antes que una de sus obras con Sam Shepard pero, qué quieren, me ha resultado tierna y romántica esta historia de amistad y pérdida de la inocencia. Tal vez, porque tengo la sensación de que la mía peligra seriamente.

1 comment:

marnie said...

You´re so sweet.